sábado, 28 de julio de 2012

MUERTOS: Polvo eres…, humor de ultratumba


 
 Restos humanos del Museo Arqueológico de Rabat (Marruecos).
Foto: Carmen del Puerto.

La periodista Nieves Concostrina suele hacer reír con su peculiar forma de contar algunos episodios históricos, ya sea con su potente voz radiofónica o con su mordaz literatura. En uno de sus primeros libros, Menudas historias de la Historia, ofrecía una numerosa relación de “anécdotas, despropósitos, algaradas y mamarrachadas de la Humanidad”. En otro, Polvo eres, compartía con los lectores “peripecias y extravagancias de algunos cadáveres inquietos”. Y en el último, …Y en polvo te convertirás*, cuyo título completa la sentencia bíblica, recopila las mejores imágenes aportadas al concurso radiofónico de epitafios del programa “No es un día cualquiera”, dirigido por Pepa Fernández en Radio Nacional.

En torno a la muerte, además de inmenso dolor, puede haber mucho morbo, pero también mucha antropología, mucha genialidad y mucho sentido del humor. Y aunque ya sabemos que falsamente se atribuye a Groucho Marx el epitafio “Perdonen que no me levante” (en la lápida del columbario donde están depositadas sus cenizas en el cementerio Eden Memorial Park de California sólo figura su nombre artístico y las fechas de nacimiento y muerte, 1890-1977, con una estrella de David en medio por su origen judío), sí existe una lápida en el cementerio Sur de Madrid, entre muchas otras en el mundo, que honra ese mito (Concostrina, p. 129).

Algunos epitafios conmueven: "Cuando nací, todos reían y yo lloraba. Viví de tal manera, que cuando morí, todos lloraron y yo reí. La marihuana es lo que tiene", del cementerio de Riópar Viejo, en Albacete (Concostrina, p. 125). En este caso, las cosas no son como parecen: el muerto estaba enfermo de cáncer con algún cuidado paliativo para aliviar el dolor, según se informó la periodista.

Otros epitafios resultan ácidos, como "Aquí yaces y haces bien, tú descansas, yo también", del cementerio General de Valencia (Concostrina, p. 85). Pero muchos –ya sea por voluntad del muerto o de los familiares- trivializan la muerte con humor negro: "Que conste que yo no quería", cementerio de Santa Isabel de Vitoria (Concostrina, p. 96), una clara puntualización por si cabía alguna duda; "Te dije que estaba enfermo", del cementerio anglicano de Saint Thomas, en Winchelsea, East Sussex, Inglaterra (Concostrina, pp. 206-207), todo un reproche a los incrédulos; o el entusiasta "¡Esto es increíble!", del cementerio de Reis, en Pontevedra (Concostrina, p. 148).

Y para el que se atreva a profanar una tumba, este fulminante epitafio: "Todo el que le haga daño o le quite algo a los muertos le entre cáncer negro en la boca del estómago", del cementerio de Huelva (Concostrina, p. 116).

Yo me quedo, no obstante, con la sagacidad y optimismo de este otro epitafio del cementerio de Cistierna, en León (Concostrina, p. 121): "Estoy muerto, enseguida vuelvo", quién sabe si pensando en posibles acreedores.
 
*CONCOSTRINA, Nieves. ...Y en polvo te convertirás. Epitafios: los muertos tienen la última palabra, La Esfera de los Libros, Madrid, 2010.

(Gracias, Elena, por tus referencias)

Nieves Concostrina, firmando su último libro, …Y en polvo te convertirás, tras una conferencia en Tenerife.
Foto: Carmen del Puerto

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