domingo, 8 de julio de 2012

CULTURAS AMERICANAS: El inquietante pretérito perfecto del Diario de Colón


Escena con figuras de cera de la recepción que los Reyes Católicos dieron a Colón a su regreso de América. 
Museo de Cera de Madrid.
Foto: Carmen del Puerto.

Una efeméride de calendario. Un personaje de los que hacen Historia. Un diario de a bordo. Unas tierras por conquistar. Todo un descubrimiento al otro lado del Atlántico. Toda una aventura escrita por monarcas poderosos, pero afortunadamente “filtrada” –en todas sus acepciones- para historiadores postreros. Y entre líneas, unas islas, un laboratorio previo, un elemento de comparación, además de plataforma intercontinental y matriz “colonizadora” (¿acaso la herencia etimológica de Colón?). En definitiva, una contribución aún no bien determinada, la del archipiélago canario al Nuevo Mundo y viceversa. Una conexión establecida ya –al menos- a finales del siglo XV y mantenida sin fisuras hasta la actualidad.

Así encabecé un trabajo universitario titulado “El Diario de Colón: Canarias entre líneas”. En él comentaba uno de los diarios, hoy perdido, que el genovés escribió en sus viajes y del que se hicieron varias copias con mayor o menor fidelidad. Una inspiró a su incondicional hijo, Hernando Colón, su Historia del Almirante. Otra, que se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid, fue glosada por el dominico fray Bartolomé de las Casas. En mi estudio analizaba el nexo de continuidad histórica entre las conquistas canaria y americana y los paralelismos que se establecieron entre indios y aborígenes canarios. Colón supuestamente conocía bien las Islas, como a doña Beatriz de Bobadilla, gobernadora de la Gomera, y es que Canarias fue, como sabemos, escala obligada en la aventura de América. 

Pero haciendo este trabajo tropecé con…

UN INQUIETANTE PRETÉRITO PERFECTO

Con la protocolaria toma de posesión de la primera tierra americana, Colón hacía uso de las “Capitulaciones” acordadas con los Reyes Católicos en la villa de Santa Fe de la Vega de Granada el 17 de abril de 1492. Este documento regulaba las condiciones en que se realizaría la proyectada expedición hacia “las Indias”, que terminó llevando al Almirante a las costas de América.

Las condiciones de Colón fueron desmesuradas. La nobleza castellana y sus privilegios le habían deslumbrado. Formar parte de ella era su gran aspiración. Los Reyes Católicos aceptaron prácticamente todas las mercedes solicitadas, pero sorprende que lo hicieran porque fueron exigencias impuestas por un extranjero que, además, tenía a la ciencia en contra. Y aquí es donde se cuela la controvertida tesis del predescubrimiento.

El objetivo claro del primer viaje de Colón era llegar por la ruta de Occidente, un nuevo camino, a los dominios orientales de la India del Gran Khan, conocido en Europa por los escritos que dos siglos antes hiciera Marco Polo. Pero el preámbulo de las Capitulaciones reconoce navegaciones y descubrimientos colombinos anteriores a 1492. Tal y como figura en las copias conservadas del original perdido, hay un pretérito perfecto sospechoso que así lo sugiere. El cronista Bartolomé de las Casas lo consideró un error del copista y cambió un “ha descubierto”” por un “ha de descubrir” refiriéndose a las nuevas tierras. Esto podría significar que Colón ya se atribuía navegaciones por el Océano y descubrimiento de tierras.

Pero no sólo eso. El 10 de octubre, Colón tuvo que hacer frente a un motín en toda la armada. Los hermanos Pinzones, que capitaneaban la Pinta y la Niña, dieron tres días de plazo para encontrar tierra y, si no, regresar. Según algunos autores (entre ellos, Juan Manzano y Manzano en Colón y su secreto), el Almirante, forzado por estas circunstancias, se vio obligado a revelarles el conocimiento que tenía de esas tierras y a enseñarles el mapa donde las tenía pintadas.

¿Hipótesis con fundamento histórico o tema para Cuarto Milenio?

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