domingo, 8 de julio de 2012

CULTURAS AMERICANAS: Peyote y aculturación


 
 Detalle de la exposición “Huichol, un peuple qui chemine à la recherche de l’aube” 
(“Huicholes, un pueblo que camina en busca del amanecer”), en el Centro Cultural de México, en París.
Foto: Carmen del Puerto.

 Vestimenta típica huichola, expuesta en el Centro Cultural de México, en París.
Foto: Carmen del Puerto.

Nuño Beltrán de Guzmán fue el conquistador español que fundó, entre 1530 y 1531, el primer asentamiento hispano de Nayarit (México), en el denominado “Reino de la Nueva Galicia”, dejando a su paso una estela de destrucción. Pero el primer español que llegó a aquel estado, en 1524, y que ya había arrasado lo suyo fue Francisco Cortés de San Buenaventura, sobrino del conquistador homónimo. Los huicholes se refugiaron entonces en los riscos de la sierra y gracias a esos bastiones naturales aseguraron su integridad y homogeneidad como grupo étnico durante siglos.

En el supuesto proceso de aculturación de los huicholes, el sincretismo no se dio en la concepción del universo, el origen de la vida o la razón de la existencia del ser humano, es decir, en la esencia de la cultura huichol. Sí se plasmó en los nombres con que se identifican las poblaciones (Santa Bárbara…), los términos con que se define la jerarquía en la base social (gobernador) o la asimilación del castellano. Incluso, como podía verse en el documental de “Otros Pueblos” (ver la entrada “Psicodelia huichola”), en el maletín que forma parte de la ceremonia huichola del peyote como símbolo del “poder terrenal”. Ese maletín contenía censos catastrales y sellos del Ayuntamiento, elementos clave que los identifica como habitantes de la República de México.

Pero tanto su organización social como el mismo rito del peyote confieren a este pueblo una identidad auténtica, difícil de mantener en un contexto de frágil equilibrio entre cristianización y pervivencia de formas religiosas indígenas y entre modernidad y tradición. Los huicholes quieren seguir siendo lo que fueron, una entidad independiente con sus propias costumbres y su singular manera de entender la vida. Y están en su derecho, siempre que ello no atente contra la vida de nadie ni contra los derechos de las nuevas generaciones huicholas.

(Gracias, Elena, por tu ayuda).

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