sábado, 31 de diciembre de 2011

AND THE WINNER IS…

 

Fotos de las entradas seleccionadas por los seguidores de este blog.
 
Hoy, último día de 2011, abro el sobre y digo “And the winner is…” para anunciar cuáles han sido las tres entradas más votadas de las 100 primeras de “El bazar de la Retórica” y agradecer todos los comentarios. (Por vergüenza no daré más datos del escrutinio):

Primer puesto: “Maryola y la estrella de mar” (cuento infantil)

Segundo puesto: “Los zapatos de Budapest”

Tercer puesto: “La niña tzotzil de los girasoles”

Te invito a que las visites, o revisites, y a que me leas en 2012 porque seguiré compartiendo mi vanidad con todo el que esté dispuesto a soportarla.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Calendario 2012

 
 
 

Fotos: Carmen del Puerto y Ricardo Porras. 

No es el calendario de UNICEF. Es mi regalo de Navidad. Una selección de imágenes que, como pretende este bazar de la Retórica, invitan a viajar de un continente a otro y de mes a mes por el incógnito 2012. En ellas encontrarás mucho color, unos buenos pulmones, miradas orientales, una temprana pomposidad, la incuestionable belleza africana, una linda muñeca, dos pícaras escolares, el sueño del arquero, el rostro de la timidez, una elegante pose, la complicidad de los hermanos, un caballero en proyecto y la mejor sonrisa, aunque se le hayan caído algunos dientes de leche. 

(Si te gusta, amplía las imágenes, guárdalas y monta tu propio calendario)

sábado, 17 de diciembre de 2011

Tarjeta navideña


Foto: Ricardo Porras.

Una felicitación navideña para mis lectores, deseando a todos un 2012 lleno de sonrisas, como la de esta niña tras hacer su muñeco de nieve con el Teide al fondo.

Del Eyjafjallajökull a La Restinga


Carátula del DVD de la película Viaje al centro de la Tierra (Henry Levin, 1959).

“El Sneffels tiene cinco mil pies de altura. Es por su doble cono la conclusión de una faja traquítica que se destaca del sistema orográfico de la isla. Desde nuestro punto de partida no se podían ver sus dos picos perfilándose en el fondo ceniciento del cielo. Yo no distinguí más que el casquete de nieve que cubre el cráneo del gigante.”
(JULIO VERNE, Viaje al centro de la Tierra)

El volcán islandés de Julio Verne, desde el que partían el Profesor Lindenbrook (más conocido por James Mason) y demás miembros de su expedición, existe de verdad, aunque ya extinguido. De modo que, si quieres ir al centro de la Tierra, la mejor entrada ahora es por otro volcán, el Eyjafjallajökull, más al sur de la isla, pero busca un intérprete y ten cuidado con las cenizas. Tampoco esperes salir por el cráter del Estrómboli siciliano, sino a una latitud más baja, en la costa de La Restinga, en la isla de El Hierro. Quizá no veas geodas cristalinas de colores, ni algas luminosas, ni setas como árboles, ni gigantescos reptiles prehistóricos, ni mucho menos la Atlántida, aunque hubo quien la situó en las Islas Canarias. Pero, dada la expectación por la reciente erupción submarina, quizá estén rodando una película en el Mar de las Calmas.

Un calamar gigante en el océano

Imagen de la mancha originada por la erupción submarina próxima a la isla de El Hierro
obtenida por el satélite Deimos-1 el 23 de octubre de 2011.
Crédito: ELECNOR DEIMOS

Los peces más raudos huyen despavoridos, otros quedan flotando inertes en la superficie. El calamar gigante que inspiró la novela de Julio Verne fue detectado por un satélite en las costas de la isla de El Hierro. Tras recorrer veinte mil leguas de viaje submarino, esta especie está arrasando con todo, no sólo la pesca, también el turismo de la isla. Y no sólo contamina el agua, también la atmósfera. La población vive alarmada, abandonando sus casas, regresando a ellas, sufriendo los temblores de la tierra cada vez que el bicho mueve un tentáculo. Un equipado Nautilus hace lo que puede. Todos esperan que la tortura merezca la pena y que ese calamar gigante, tras ser doblegado, quede como atracción permanente en el océano. Pero esa esperanza se pierde con los días. La diferencia con la novela de Verne es que en este caso no hay un malvado Capitán Nemo a quien echarle la culpa.

Marcando el territorio



 Los volcanes Gemelos –el Pomarape y el Parinacota-, vistos desde un cementerio 
en el Parque Nacional de Sajama, en Bolivia.
Foto: Ricardo Porras.

Las estrellas no están todas en el mismo plano, aunque las hayamos parcelado en constelaciones. De igual manera, los dos volcanes gemelos de la foto, que parecen cogidos de la mano, tampoco lo están. Uno de ellos, el Pomarape, en primer plano, es boliviano. El otro, el Parinacota, más atrás, chileno. Los también llamados Payachatas (las dos hermanas en lengua nativa quechua) superan los 6.000 metros de altura. Y ambos forman parte igualmente de leyendas incas y mapuches. Si hoy entraran en erupción, darían nueva sepultura a los muertos del cementerio, aunque no creo que a ellos les importara demasiado.

Tarzán en Camerún

 Los dos cráteres del Monte Camerún, un volcán activo en el centro de África.
Foto: Romano Corradi.

En 1982, el Monte Camerún, con su flora del Cuaternario, fue escenario de la película Greystoke: la leyenda de Tarzán, el rey de los monos, de Hugh Hudson. Cuando se estaba filmando, el volcán entró en erupción, fenómeno que la tradición prefiere atribuir al fallecimiento de un jefe local. La última muestra de su furia tuvo lugar el 28 de mayo de 2000. 

A pesar de ser un volcán activo, todos los años la empresa Guinness organiza "La Carrera de la Esperanza”. Consiste en subir y bajar la montaña en un tiempo récord: menos de 5 horas, con selva tropical por medio y con la presencia constante de nubes. La participación es internacional, pero suelen ganarla los cameruneses, capaces de hacerlo en cholas y sin porteadores. Total, sólo son 4.095 m sobre el nivel del mar. Y ya lo ascendió sir Richard Burton, el explorador inglés, en 1861, aunque seguro que a él le llevaban la mochila, cuando no las maletas y los muebles. Burton lo llamó Monte Victoria, como era obligado en el Imperio, pero los nombres británicos no sobrevivieron a la transferencia de Camerún a Alemania en 1884. La también exploradora inglesa Mary Kingsley lo escaló en 1897, aunque con el nombre que le daban los indígenas: Mungo Mah Lobeh (literalmente “Trono del Trueno”), como recoge uno de sus libros de viaje por el África Occidental.

Y el arte entró en erupción


Vesuvius, de Andy Warhol (70 x 53 cm). Museo di Capodimonte, en Nápoles (Italia).
Foto: Carmen del Puerto.

Ignoro cuántas veces se ha pintado el volcán que sepultó las ciudades de Pompeya y Herculano. Pero el extravagante y genial Andy Warhol le dedicó 18 lienzos al Vesubio, imaginando su actividad en diferentes horas del día. Estos acrílicos, de colores fuertemente contrastados –especialmente el cuadro que ilustra esta entrada- fueron realizados por encargo de Lucio Amelio, un galerista italiano que introdujo al artista norteamericano en Nápoles. En 1985 formaron parte de una exposición que se realizó en el monumental Palacio de Capodimonte, construido y convertido en pinacoteca por Carlos III de Borbón. El rey español había heredado de su madre, Isabel de Farnesio, una magnífica colección de obras renacentistas y barrocas. Por eso, hoy, el claroscuro y tenebrismo de Caravaggio comparten espacio con la luminosidad y cromatismo de Warhol, que por algo fue padre del pop art y gurú de la modernidad.

Elogio de la bahía de Nápoles


Vista del Vesubio desde el puerto de Nápoles.
Foto: Carmen del Puerto.

Dormía, cuando los gritos me despertaron y mi cuerpo empezó a cubrirse de ceniza… Continuaré este relato en otro momento pues Pompeya merece su propia serie de entradas en el bazar de la Retórica. Aquí no hablaré de la cólera de un volcán siempre activo, famoso por su erupción del 24 de agosto del año 79, en el que fueron sepultadas dos famosas ciudades romanas. Me limitaré a elogiar el bello paisaje que ofrece la bahía de Nápoles con el Vesubio de fondo y el famoso vino "Lacryma Christi" que producen las laderas de la histórica montaña.