sábado, 29 de octubre de 2011

Hipnosis en vagones de metro


Foto: Carmen del Puerto.

Nápoles (Italia), 29/01/2010

Me miraba fijamente mientras su padre tocaba el acordeón. Parecía hipnotizarme para anular mi voluntad, o animarla. Quería algo más que unas monedas. La expresión de este Oliver Twist sin fortuna lo decía todo con expresiva dureza. “Dime, turista, ¿dónde están mis derechos?, ¿por qué debo acompañar a mi padre, que es un artista, para que podamos comer?, ¿qué fue del niño que dejé de ser en los vagones de metro?”. La mendicidad infantil ya no se identifica con el dulce rostro del niño abandonado que acompaña a un Charlot vagabundo en el cine, aunque sigue teniendo esos grandes ojos que hipnotizan.

Un submarino bajo tierra


Estación de metro “Arts et Métiers” de París.
Foto: Carmen del Puerto.

No, no es el interior de un submarino, es una estación de metro de París. Con láminas de cobre remachadas. Con ojos de buey haciendo de vitrinas. En ellas puedes contemplar, mientras esperas el tren, copias de un satélite espacial de telecomunicaciones, de una esfera armilar, de un puente de mampostería y de una rueda hidráulica. Ya en sí es un museo, pero si te bajas en esta estación y sales a la superficie, te espera su hermano mayor, el museo de ciencia y tecnología más antiguo de Europa. En el Museo de Artes y Oficios se guardan tesoros históricos, como un metro de platino de 1799, el cinematógrafo de los hermanos Lumière o el péndulo de Foucault.

Sobre estaciones de metro de París, ver también en este blog:
“I LOVE PARIS: Estación Parmentier”

El metro y la Revolución


“Metro de platino del Conservatorio”, fabricado por el ingeniero Etienne Lenoir en 1799 
y conservado en el Museo de Artes y Oficios de París.
Foto: Carmen del Puerto.

Ley del 18 de Germinal del año III (7 de abril de 1795, para entendernos). La República Francesa adopta el sistema métrico decimal con una nueva vara de medir: el “metro”. Se fabrica una barra de platino e iridio, que se deposita en la Oficina Internacional de Pesas y Medidas de Sévres, cerca de París. Sobre la barra, se graban dos finas marcas paralelas: la distancia entre ellas define el metro. Artículo 5: “Llamaremos metro a la medida de longitud equivalente a la diezmillonésima parte del arco del meridiano terrestre comprendido entre el polo boreal y el ecuador; litro (la pinte), a la medida de capacidad, tanto de líquidos como de materias secas (sólidos), cuyo contenido será el cubo de la décima parte de un metro; gramo, al peso absoluto de un volumen de agua pura equivalente al cubo de la centésima parte de un metro y a la temperatura de fusión del hielo”.

1983. La 17ª Conferencia Internacional de Pesas y Medidas, celebrada en París, redefine el metro patrón como “‘la longitud de la trayectoria que recorre la luz en el vacío durante un intervalo de 1/299792458 de segundo”. El espacio se somete al tiempo y a la velocidad de la luz, que según la teoría de la relatividad de Einstein es constante, medida desde cualquier sistema de referencia posible en el Universo, y en principio insuperable… si los neutrinos no resultan ser 60 nanosegundos más rápidos.

Vagones de graffiti


 Foto: Carmen del Puerto.

Nápoles (Italia), 29/01/2010

“La imaginación al poder”, decían los graffiti del Mayo del 68, mientras el metro de Nueva York daba soporte a una nueva expresión artística. Hoy los graffiti de los barrios del Bronx, Queens y Brooklyn se imitan en todo el mundo y viajan en vagones de metro o trenes de cercanías. Una estética colorista que la cultura hip hop puso de moda, haya o no denuncia política en ella.

El metro de Budapest, un viaje en el tiempo


 
 
Fotos: Carmen del Puerto.

Budapest (Hungría), 23/02/2009

En su descenso desde los montes Urales hacia el mar Negro, siete tribus magiares se asentaron en la cuenca de los Cárpatos, que previamente ocuparon celtas, romanos y carolingios. Allí fundaron la nación húngara y un milenio después, en 1896, se inauguraba en Budapest una línea de metro para celebrarlo. Su recorrido: desde Vörösmarty tér, en honor de un romántico poeta húngaro, hasta Széchenyi fürdő, tributo al conde que luchó contra Napoleón y parada del más famoso balneario de la ciudad. Hoy, sus vagones de otra época, sus elegantes estaciones revestidas de azulejos y sus andenes con biombos de madera anunciando la oferta cultural del momento hacen de ella una línea con encanto, la más antigua de la Europa continental y, desde 2002, Patrimonio de la Humanidad según la UNESCO. Si ya has llegado a tu destino, recuerda que en húngaro “Kijárat” te indica la salida.

sábado, 22 de octubre de 2011

OBELISCOS: Prueba de culturismo


Fotograma de la película italiana Maciste, el gigante del Valle de los Reyes
(Carlo Campogalliani, 1960).
Foto: Carmen del Puerto.

Maciste sujetó con sus propias manos este obelisco de película cuando las sogas de amarre se rompieron y los pobres esclavos del faraón estuvieron a punto de morir aplastados. Los productores italianos lo habían previsto y por eso contrataron para el péplum a un musculoso Mark Forest. Ignoro si en el Egipto Antiguo abundaban chicos de gimnasio que abusaran de anabolizantes, capaces de levantar cientos de toneladas. Pero de no haberlos, ¿cómo se izaron los obeliscos?, ¿qué clase de tecnología emplearon los egipcios?, ¿utilizaron poleas y cuerdas en su erección? Si alguien sabe la respuesta, que levante… la mano.

OBELISCOS: Proyecto abortado


Obelisco inacabado en Asuán (Egipto).
Foto: Carmen del Puerto.

Sus 42 metros de largo y sus posiblemente 1.200 toneladas de peso yacen sobre el suelo rocoso de una cantera de granito, muy cerca de la presa de Asuán. Allí lo dejaron abortado, como un proyecto urbanístico sin presupuesto, hace más de 3.000 años. Hoy, el obelisco inacabado se deja contemplar por turistas que siguen haciéndose muchas preguntas sobre estas enormes columnas de piedra de una sola pieza, herencia de los egipcios antiguos. Un entorno donde los arqueólogos han hallado algunas respuestas, aunque otras siguen estando bajo tierra. El monolito de Asuán pudo haber sido el mayor obelisco del mundo, pero nunca llegó a salir de su propia tumba por culpa de una grieta.