sábado, 21 de julio de 2012

CULTURAS AMERICANAS: La Serpiente Emplumada de nombre impronunciable


Escultura en piedra que representa a Quetzalcóatl o Serpiente Emplumada, una de las deidades más antiguas e importantes de Mesoamérica. Museo de Sitio de Teotihuacán (México).
Foto: Carmen del Puerto.

 Ilustraciones de los dioses Quetzalcóatl (izquierda) y Tláloc (derecha) que aparecen en el Códice Borbónico, uno de los códices mexicas precolombinos. Biblioteca de la Cámara de los Diputados de París.

   Imágenes parciales de la réplica, con su colorido original, de la Pirámide de la Serpiente Emplumada de Teotihuacán.Museo Nacional de Antropología de México.
Foto: Carmen del Puerto.

Tengo un amigo para quien no existen palabras impronunciables, que memoriza sin esfuerzo tanto topónimos árabes como fechas calendáricas mayas. Y a mí, que tanto me costó aprender “supercalifragilisticoexspialidoso”, esa facilidad lingüística me da mucha envidia. Pero, a base de inolvidables lecturas, como El dios de la lluvia llora sobre México, del húngaro László Passuth, ya me atrevo con dos términos en náhuatl (la lengua azteca): Quetzalcóatl, dios civilizador por excelencia del que proceden la mayoría de los mitos característicos del valle de México, y Tláloc, dios de la lluvia, el trueno y la tempestad.

En vista de su regeneración, tan patente en el cambio de piel, la serpiente (coatl) era un símbolo de resurrección para los pueblos mesoamericanos. Pero si encima llevaba plumas de quetzal (ave tropical de larga cola y llamativos colores), simbolizaba la fertilidad, el renacimiento vegetal: la tierra aparecía cubierta por los brotes verdes del maíz. De ahí devino en divinidad. Engendrada por los Dioses creadores, Quetzalcoatl ("Kukulcan" en maya) fundó dinastías y aceptó el encargo de restaurar a los seres humanos, así como proporcionarles después su alimento. Aparece en las antiguas leyendas realizando un viaje a Mictlan, "la región de los muertos", en busca de los "huesos preciosos" que servirán para la formación de los hombres. Moctezuma, emperador azteca que recibió a Hernán Cortés en la ciudad de Tenochtitlán, confundió a éste con Quetzalcóatl creyendo que se cumplía la profecía del retorno de oriente del “hombre blanco barbado”.

La relación de Quetzalcóatl con Tláloc, cuyo emblema eran dos serpientes enroscadas, era muy estrecha. El dios de la lluvia también evocaba fertilidad. Era el padre de las nubes, que provocaban los distintos tipos de lluvia. Anualmente se sacrificaban muchas doncellas y niños en su honor. Si los niños lloraban, se tomaba como buen augurio para la estación lluviosa.

En la Ciudadela de Teotihuacán hay 15 templos, entre ellos, uno piramidal, con 365 cabezas esculpidas de piedra de estos dioses nadando entre conchas y caracoles. Se trata de la Pirámide de la Serpiente Emplumada, bajo la cual se descubrieron, junto con ricas ofrendas, más de doscientos cadáveres amarrados de personas que fueron sacrificadas, en su mayoría vestidas con atuendos militares y acompañadas de armas. Así que los teotihuacanos, de pacíficos, nada de nada.

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