sábado, 1 de octubre de 2011

I LOVE PARIS: Napoleón y Josefina


 Fragmento de La coronación de Napoleón (1805-1808), de Jacques-Louis David.
Óleo sobre lienzo (629 cm × 979 cm). Museo del Louvre (París).
Foto: Carmen del Puerto.

No hablaré de Napoleón, del corso más famoso del la historia, ni de su mujer, la emperatriz Josefina, repudiada por no darle hijos. Aunque él le dirigía cartas románticas –a veces, lascivas- cuando se ausentaba por razones militares. Claro que no había muchas oportunidades con tantas campañas y ausencias del Bonaparte. Pero no hablaré de Napoleón, aunque fue él quien estableció en París la capital de su imperio, como centro político, administrativo y cultural de Francia. Y fue en la catedral gótica de Notre-Dame, en la pequeña Isla de la Cité, rodeada por las aguas del río Sena, donde el hijo de la Revolución se retrató pomposamente con su primera esposa y doscientos personajes más, la mayoría altos dignatarios y eclesiásticos del Imperio. Allí celebró su consagración, “por la gracia de Dios”, y su coronación, “por su propia mano”, con símbolos reales carolingios y con laureles de oro, como hacían los césares en la Antigua Roma. No hablaré de Napoleón, ni de su megalomanía. ¡Qué inmensa la pintura de Jacques-Louis David! Ni que la hubiese encargado el mismísimo emperador.


 Catedral de Notre Dame (París) vista desde el río Sena, de día y en verano.
Foto: Carmen del Puerto.

 Catedral de Notre Dame (París), de noche y en invierno.
Foto: Carmen del Puerto.

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