sábado, 24 de septiembre de 2011

EN LAS ANTÍPODAS: Dreamtime en el aeropuerto


 
 Moqueta con motivos aborígenes en el aeropuerto de Alice Springs (Australia).
Foto: Carmen del Puerto.

 “Yuparli Dreaming” (fragmento), pintura de Eunice Napangardi,
en el aeropuerto de Alice Springs (Australia).
Foto: Carmen del Puerto.

Mosaico con motivos aborígenes en el suelo
del aeropuerto de Alice Springs (Australia).
Foto: Carmen del Puerto.

Llegué antes de tiempo al aeropuerto de Alice Springs temiendo perder mi avión de regreso a Sidney. Había madrugado tanto por ver amanecer en el Uluru, que los ojos se me cerraron contemplando el embriagador arte aborigen de la sala de espera. Y entonces tuve un sueño. Los Wondjina o espíritus ancestrales de los aborígenes australianos, con forma de serpientes gigantescas, se presentaban ante mí para hacerme una declaración y un reproche: “Nosotros –me dijeron- creamos el mundo tal y como lo conoces hoy, toda la naturaleza que te rodea, todas las estrellas del cielo… y dimos vida al ser humano, a las plantas y a los animales. Durante el Dreamtime o Tiempo del Sueño [la era mitológica de los aborígenes australianos], viajamos por el país, cohabitamos y os transmitimos los conocimientos necesarios para vuestra supervivencia de acuerdo con el orden establecido. Después, volvimos al interior de la Tierra y ahora habitamos en las formas del mundo natural que creamos y que estáis destruyendo”. Me desperté sobresaltada, sintiéndome la autora de Las voces del desierto, lectura obligada si se viaja a las antípodas a pesar de su almibarada introspección y misticismo. La escritora americana Marlo Morgan contaba en su novela el viaje a pie que emprendió por el temido Outback australiano en compañía de una tribu de aborígenes dispuestos a extinguirse, no sin antes dejar un mensaje ecologista y espiritual a la humanidad. Recordé entonces la polémica que se generó en torno a este libro tras su publicación en 1991, debido a las protestas de los indígenas australianos, que vieron distorsionadas sus tradiciones y costumbres. Morgan tuvo que reconocer que se trataba de un libro de ficción y no la narración de una experiencia real, como lo había vendido inicialmente. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño: que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son” (CALDERÓN DE LA BARCA).

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