sábado, 7 de enero de 2012

La bicicleta estática

Una de las bicicletas de la pintora oaxaqueña Ana Santos,
expuesta en la Galería de Arte XXI de Oaxaca (México).
Foto de la pintura: Carmen del Puerto.

“…él solo quería huir y para eso se había comprado una bicicleta estática. La empresa de electrodomésticos le había regalado un calendario con doce láminas de ciudades siempre soñadas nunca recorridas, que ahora estaban a su alcance.” 
(MANUEL VICENT. “La bicicleta estática”, en La carne es yerba.)

El llamado Nuevo Periodismo renovó las formas de narración y enriqueció el contenido de la actualidad incorporando recursos y técnicas de la literatura de ficción. Lo había demostrado Truman Capote en A sangre fría, contándonos aquella masacre de una familia en Kansas, y Tom Wolf, el padre de La hoguera de las vanidades, reflexionando sobre aquella innovación periodística. Pero en nuestro país, el Nuevo Periodismo lo practicaba Manuel Vicent, a quien yo leía fascinada y siempre con admiración. “Navegaba ya en dirección a Venecia. Había arrancado la primera lámina del calendario y ahora la Plaza de San Marcos aparecía frente a sus fauces sudorosas. La travesía le llevó algún tiempo”. En mi memoria se grabaron algunos de sus relatos periodísticos, como “No pongas tus sucias manos sobre Mozart” y, especialmente, “La bicicleta estática”, el triunfo de la imaginación sobre la rutina diaria. “Aquel día el ciclista pedaleó sin descanso hasta la oscuridad con la frente pegada al calendario y atravesó la noche del Adriático sentado en el sillín de la bicicleta estática.”

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