sábado, 7 de enero de 2012

Bicicletas de museo

 Velocípedos de Pierre Michaux de 1865, en el Museo de Artes y Oficios de París.
Foto: Carmen del Puerto.

Aparcamiento de bicicletas en una calle de París.
Foto: Laura PDP.

Quizá porque los Reyes Magos nunca me dejaron la bicicleta, ahora colecciono velocípedos en mi blog, como hacen también algunos museos. En el singular Musée des Arts et Métiers de París se conserva un buen surtido de bicicletas antiguas, como vemos en la foto superior. He aquí resumidas sus vicisitudes.

Por increíble que parezca, ya en 1490, un pintor de nombre muy italiano llamado Leonardo di ser Piero da Vinci había dibujado en su Codex Atlanticus un boceto de una bicicleta muy similar a la actual, con pedales y transmisión por cadena. Una demostración más del talento y la inventiva del que fuera el más famoso renacentista de la historia.

Pero el primer vehículo individual de dos ruedas con dispositivo de dirección existe desde 1816, con la llamada Draisiana, sin pedales, que inventó un barón de nombre muy alemán: Karl Christian Ludwig Drais von Sauerbronn, para más información.

No obstante, muchos historiadores atribuyen la invención de la bicicleta moderna a un herrero de nombre muy francés –también constructor de carrozas- llamado Pierre Michaux y a su hijo Ernest. En 1861, ellos adaptaron al eje de la rueda de una draisiana los pedales que un herrero de nombre muy escocés, Kirkpatrick Macmillan, había incorporado para impulsar la máquina con los pies sin tocar el suelo. La Michaulina fue la primera bicicleta fabricada en serie y comercializada con éxito, a pesar de sus neumáticos de hierro y de sus ruedas de madera. También se la conoció popularmente como la Boneshaker (“agitadora de huesos”), a causa de sus vibraciones cuando circulaba sobre carreteras pedregosas o por calles adoquinadas.

Hoy las modernas bicicletas transitan sin problemas por las calles de París, aunque quizá todas acaben como piezas de museo.

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