sábado, 2 de junio de 2012

LO ESCATOLÓGICO: El Juicio Final


 El Juicio Universal (1548), de Marcello Venusti. Museo de Capodimonte (Nápoles).
Foto: Carmen del Puerto.

La “Escatología” comparte dos significados, según cómo traduzcamos el término griego skatós. Si por él entendemos “último”, nos estaremos refiriendo a un conjunto de creencias y doctrinas referentes a la vida de ultratumba, a ciertos misterios sobre la muerte, la situación de las almas y la resurrección de los muertos. Acuñó el término un teólogo luterano ortodoxo del siglo XVII llamado Abraham Calovius. Hoy es un concepto elevado de la Teología relacionado con la consumación del mundo y el fin de los tiempos. La Biblia nos habla de ella en el Apocalipsis, con sus Cuatro Jinetes (alegorías de la victoria, la guerra, el hambre y la muerte) y su anuncio del Juicio Final.

En cambio, si traducimos skatós por “excremento”, está claro que la cosa cambia. Y en lugar de los misterios de lo divino, hablamos de una rama de la Fisiología que estudia algo más prosaico: los desechos corporales, como la materia fecal, la orina o la menstruación, entre otros. Una especialidad muy digna, pues el estudio de las deposiciones siempre ha servido a la profesión médica para hacer acertados diagnósticos –de nuevo, juicios- sobre dieta, enfermedades y presencia de parásitos en el intestino.

EL JUICIO UNIVERSAL

Para ilustrar la primera acepción (la segunda la dejamos para otras entradas de este blog), qué mejor que la elocuencia del Arte. Marcello Venusti, pintor italiano renacentista especializado en copiar, con permiso, las obras de su maestro y amigo Miguel Ángel Buonarroti, hizo en 1548 una réplica a pequeña escala del Juicio Final de la Capilla Sixtina para el cardenal Alessandro Farnese. La composición imitaba el majestuoso fresco que luego retocó otro pintor manierista, Daniele da Volterra, cubriendo con telas todos los genitales (de ahí su apodo, Il Braghettone) por orden del papa Pío V. La copia de Venusti nos documenta, por tanto, cómo eran los desnudos originales de la obra de Miguel Ángel que tanto escandalizaron a la jerarquía eclesiástica.


 Copia del Papiro de Hunefer, con El Juicio de Osiris.
El original se encuentra en el British Museum de Londres.
Foto: Carmen del Puerto.

EL JUICIO DE OSIRIS

Pero el Más Allá preocupaba especialmente a los egipcios antiguos, que antes de incorporarse al mundo divino después de la muerte debían someterse al severo Juicio de Osiris. Afortunadamente, una copia manuscrita en papiro del Libro de los Muertos -amplio conjunto de oraciones, himnos, fórmulas mágicas e instrucciones para que el alma del fallecido supiera cómo orientarse en el mundo de las tinieblas- se depositaba en el interior de las tumbas, en los propios sarcófagos funerarios.

El Papiro de Hunefer (c. 1.275 a.e.), un importante escriba que trabajó en la corte de Tebas al servicio del faraón Seti I, ilustra con varias escenas consecutivas el pasaje 125 del Libro de los Muertos: el Juicio Final. Comienza por la izquierda con el escriba acompañado por Anubis, dios de los muertos y de la momificación, representado con cabeza de chacal y el símbolo ankh (“llave de la vida”) en la mano. A continuación, tiene lugar la ceremonia llamada “psicostasis”: Anubis pesa el corazón de Hunefer en una balanza equilibrada por una pluma de la cabeza de Maat, diosa de la verdad, la justicia y el orden universal. A su derecha, Tot, dios de la sabiduría, con cabeza de ibis, anota el resultado. Si la pluma tiene el mismo peso que el corazón del difunto, como en este caso, es prueba de que ha llevado una vida honesta, acorde con las leyes y los valores morales de Egipto. A Hunefer se le permite pasar a la otra vida, a los fértiles campos de Aaru. Si, por el contrario, el corazón pesa más que la pluma de la verdad, significa que está cargado de culpas y remordimientos por las malas acciones cometidas. En ese caso, el difunto será devorado por Ammyt, una diosa con cabeza de cocodrilo y patas de león e hipopótamo, la cual observa ansiosa la balanza. Una vez superada la prueba y con el ojo de Horus contemplándolo todo, Hunefer es conducido por el dios halcón hasta Osiris, padre de Horus. El juez supremo de los muertos y señor del Más Allá se encuentra sentado en un trono elevado acompañado de sus hermanas: Isis, a su vez su esposa, y Neftis, diosa de la oscuridad. Paralelamente, como se ilustra en la parte superior del papiro, Hunefer se muestra adorando a otros catorce dioses del Tribunal de los Muertos que supervisan la sentencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario