sábado, 3 de marzo de 2012

EROTISMO: La imperfección


El David (1501-1504), de Miguel Ángel Buonarroti, 
en la Galería de la Academia de Florencia (Italia).
Foto: Carmen del Puerto.

Ya sé que no eres perfecto, que tus manos no guardan proporción con la longitud de tus brazos. Pero me enamoré de ti la primera vez que te descubrieron mis ojos sobre un pedestal en Florencia. Me fascinó tu cuerpo, tan escultural, marmóreo, anatómico y majestuoso, con tus más de 5 metros de altura. Todo un icono de la belleza masculina. Fuiste una obra maestra del Renacimiento, diseñado para que fueras contemplado con asombro desde cualquier punto de tu perímetro. Representando al rey bíblico, que venció al gigante Goliath, te eligieron símbolo de Florencia frente a la hegemonía de los Médici y la amenaza de los Estados Pontificios. Muchos dicen que no estás circuncidado a pesar de ser judío porque los valores de la belleza primaban sobre la religión en el arte renacentista. Yo te admiro en cualquier caso, aunque he de confesarte que no tanto como a Miguel Ángel.

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