sábado, 31 de marzo de 2012

Aguando la fiesta



Recipientes utilizados en los symposia griegos, muchos de ellos para el almacenaje, mezcla y distribución del vino. British Museum (Reino Unido).
Foto: Carmen del Puerto.

El banquete griego era una institución aristocrática masculina, que excluía a las mujeres, salvo a las hetairas (artistas y prostitutas). Se celebraba en casas particulares, donde se hacían libaciones a Dioniso y se bebía vino en peculiares copas llamada kylikes. Pero los griegos no acostumbraban a beber vino puro, propio de los bárbaros, sino rebajado con agua en unas determinadas proporciones, normalmente 1 parte de vino por 3 de agua que se mezclaba en cráteras.

En su introducción al Banquete de Platón, el filólogo Carlos García Gual explica que el simposio (en griego sympósion y en plural symposia), o “bebida en común”, se inicia “cuando ya se ha concluido la comida y los comensales pueden dedicarse alegremente a beber en amistosa compañía y a conversar con entera libertad”. Y añade: “Los sirvientes despejan las mesas, aportan perfumes y ligeras coronas de mirto, y escancian generosamente el vino en las copas. La mezcla de la bebida, la música de las flautas, la belleza de los muchachos y las danzarinas ocasionales, todo ello contribuye a la festiva atmósfera en la que los simposiastas, con el fogoso apasionamiento y la franqueza jovial que el momento propicia, discurren en charlas desenfadadas. El ambiente rumoroso ‘adormece las penas y despierta al instinto amoroso’, como dice Jenofonte (en su Banquete, 3,1), mientras circulan las copas y las palabras alegres.”

Aunque el grado de intoxicación etílica en estos encuentros invitando a liberarse de inhibiciones debía ser en teoría moderada, nadie abandonaba el simposio completamente sobrio. Las coronas de mirto se utilizaban precisamente para aliviar los dolores de cabeza producidos por el vino. Y a pesar de que emborracharse no estuviera bien visto entre los miembros del grupo, ello debió de ocurrir a menudo, como muestran las escenas de kômos (juerga callejera de los borrachos) en las fuentes iconográficas.

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