viernes, 2 de noviembre de 2012

SERIE CAÑONES: La invasión de los ladrones de cuerpos

 
 Plantas de aloe gariepensis en el Fish River Canyon (Namibia).
Fotos: Carmen del Puerto.

Miedo psicológico de verdad, el que me produjo la escena final de La invasión de los ladrones de cuerpos (Don Siegel, 1956) la primera vez que vi esta turbadora película. Aun hoy me inquieta la idea de que no puedas dejarte dormir para evitar que unas temibles vainas extraterrestres usurpen tu cuerpo durante el sueño, vaciándote de sentimientos y personalidad, borrándote incluso las huellas dactilares. Este filme de serie B, en blanco y negro, todo un clásico del que se han hecho varios remakes, combinaba hábilmente terror y ciencia ficción. Pero, a su vez, retrataba la psicosis colectiva de una sociedad –la estadounidense- en la que la desconfianza sembrada hacía ver enemigos por todas partes. La paranoia anticomunista de los años cincuenta, la caza de brujas, la amenaza nuclear, la Guerra Fría...

No sé por qué las fotos de esta entrada me han recordado aquella angustiosa película. Quizá porque las plantas de aloe gariepensis que crecen en el árido Cañón del Río Fish me resultan sospechosas. Exhiben un color rojizo que advierte de su peligrosidad, van armadas de espinosos tentáculos, brotan inexplicablemente entre las piedras… Me pregunto si no habrán surgido de esporas procedentes del espacio y serán de nuevo malvados alienígenas intentando replicarse para hacerse con el planeta Tierra. No me dormiré, por si acaso.

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