viernes, 2 de noviembre de 2012

SERIE CAÑONES: Atardecer nuclear

Atardecer en el Fish River Canyon (Namibia).
Foto: Carmen del Puerto.

No es una explosión de una bomba atómica, aunque el núcleo del Sol es una central nuclear de fusión (que transforma hidrógeno en helio) capaz de proporcionar 386 trillones de megavatios. Por algo esta inmensa esfera de gas ionizado es la fuente energética primordial en el Sistema Solar. La potencia de la terrible “Bomba del Zar”, lanzada en 1961 sobre Nueva Zembla (en el ártico ruso), con sus 57 megatones (2.500 veces más potente que las de Hiroshima y Nagasaki), fue del 1,38% la potencia total irradiada por el Sol. 

Pero el astro rey no es homogéneo, sino que presenta distintas capas con sus correspondientes temperaturas: el núcleo, las zonas radiativa y convectiva, la fotosfera, la cromosfera y la corona, estas últimas visibles sólo en eclipses. Se estima que el núcleo del Sol está a 15 millones de grados. La fotosfera, la capa que vemos, a 6.000 grados, y en ella observamos manchas (zonas más frías, a 4.000 grados), granulación y fáculas. La cromosfera, a 30.000 grados, y aquí aparecen filamentos y protuberancias. Por su parte, la corona, que debería ser más fría, alcanza 1 millón de grados. Debido en parte a esta alta temperatura, una corriente de partículas cargadas escapan de la gravedad del Sol –el llamado “viento solar”-, con notables efectos sobre la Tierra, como las auroras boreales. 

Afortunadamente, el Sol, la estrella más cercana, sin la que no habría vida en nuestro planeta y, por tanto, el objeto astronómico más importante para la Humanidad, se encuentra en estado estacionario, en la llamada “Secuencia Principal”, como lo están el 80% de las estrellas de nuestra galaxia. Tiene una edad de unos 4.500 millones de años y le quedan otros tantos, así que no debemos preocuparnos de momento. Podremos seguir contemplando atardeceres o “explosiones nucleares” como las de la foto.

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