sábado, 4 de febrero de 2012

Parada en el Salar de Uyuni

 Foto: Ricardo Porras. 

Bolivia, octubre 2004.

El mayor desierto de sal del mundo se encuentra en Bolivia, por mucho que quieran apropiárselo los países vecinos del sur. Está a más de 3.600 metros de altura, cerca de las legendarias minas de Potosí, aquellas que dieron tanta plata al Imperio español explotando salvajemente a la población indígena; aquellas que inspiraron a Cervantes la expresión quijotesca “vale un Potosí” para referirse a algo sumamente valioso; aquellas que financiaron la Armada Invencible y otros excesos de los Austrias hasta que las vetas comenzaron a agotarse.

Contiene 64.000 millones de toneladas de sal y es la mayor reserva mundial de litio, posible sustituto energético del petróleo, aunque de muy difícil extracción por la falta de agua. A orillas del salar se encuentran varios hoteles construidos con bloques de sal, pero los viajeros que han de cruzar este insólito paraje en blanco no siempre pueden hacer sus necesidades fisiológicas en ellos. Así que la flota (autobús boliviano) debe hacer una parada “técnica” en la inmensidad de este océano de sal y los pasajeros pueden elegir entre los miles de polígonos naturales formados en el proceso de cristalización. Eso sí, las mujeres a un lado, los hombres al otro.

Una curiosidad:
Composición del salar (en salmueras): cloro, sodio, fosfatos, magnesio, potasio, ulexita, litio, calcio y boro.
Composición de la orina: agua, urea, nitrógeno, cloruros, cetosteroides, fósforo, amonio, creatinina y ácido úrico.

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