viernes, 14 de septiembre de 2012

SERIE GABÓN: La vida es sueño

 Moscas tsé-tsé sobre una embarcación en el Parque Nacional de Loango (Gabón).
Foto: Carmen del Puerto.

“Desoí las recomendaciones del guía y ahora tengo sueño a todas horas, menos cuando debo dormir. Sabía que los colores azul oscuro y negro las atraería y que cuanta más superficie de mi cuerpo expusiera, mayor riesgo de picadura. Pero yo soy así: irreflexiva, insensata, imprudente. Ya me lo decía mi madre. Las moscas rodearon la embarcación en cuanto abandonamos la Laguna de Iguéla y el cauce del río se estrechó, adentrándonos en el Parque Nacional de Loango. Una de ellas me mordió en el hombro, que llevaba al descubierto, y a continuación sentí la zona dolorida, que enrojeció notoriamente. Muchos piensan que las moscas tsé-tsé, presentes sólo en la África subsahariana, entre el paralelo 15 de latitud norte y el paralelo 20 de latitud sur, no transmiten enfermedades graves ni suelen provocar reacciones adversas. Pero se equivocan, subestiman el peligro potencial de una enfermedad -la enfermedad del sueño- que afecta a 60 millones de personas y para la que no hay vacuna ni profilaxis médica. Lo cierto es que, sin tratamiento a tiempo, la muerte tras la infección parasitaria que provocan estos insectos puede presentarse en los seis meses posteriores a la picadura. En su desarrollo, se sufren sucesivamente trastornos sensoriales, motores, psíquicos y neurológicos. El sueño se vuelve incontrolable... Yo me siento débil, muy irritable, con fuertes dolores de cabeza y musculares, taquicardias, fiebre alterna y un picor generalizado. He perdido bastante peso y se me han inflamado los ganglios linfáticos. Estoy de los nervios. Por eso echo un vistazo a la ficha médica que cuelga de esta cama de hospital donde llevo una semana ingresada... Temo confirmar mis sospechas... Diagnóstico: Tripanosomiasis africana. Pronóstico: coma profundo…”. Pero no temas por mí, porque esto ha sido una mera ficción inspirada, como el poema de Antonio Machado, en unas moscas voraces que, eso sí, a punto estuvieron de picarme.

LAS MOSCAS
Antonio Machado

Vosotras, las familiares,
inevitables golosas;
vosotras, moscas vulgares,
me evocáis todas las cosas.
¡Oh viejas moscas voraces
como abejas en abril,
viejas moscas pertinaces
sobre mi calva infantil!
¡Moscas del primer hastío
en el salón familiar,
las claras tardes de estío
en que yo empecé a soñar!
Y en la aborrecida escuela,
raudas moscas divertidas,
perseguidas
por amor de lo que vuela
—que todo es volar—, sonoras,
rebotando en los cristales
en los días otoñales...
Moscas de todas las horas,
de infancia y adolescencia,
de mi juventud dorada;
de esta segunda inocencia,
que da en no creer en nada;
de siempre... Moscas vulgares,
que de puro familiares
no tendréis digno cantor:
yo sé que os habéis posado
sobre el juguete encantado,
sobre el librote cerrado,
sobre la carta de amor,
sobre los párpados yertos
de los muertos.
Inevitables golosas,
que ni labráis como abejas
ni brilláis cual mariposas;
pequeñitas, revoltosas,
vosotras, amigas viejas,
me evocáis todas las cosas.

2 comentarios:

  1. Muy original y entretenida esta idea de album fotografico, me gusta!
    Bonitas fotos también :)

    Gala (acompañada de Eduardo y Nuria, en Loango)

    Pd: a mi si me picó una cuando os fuisteis (!) pero seguí despierta (se ve que alli no transmiten la enfermedad)

    ResponderEliminar
  2. Gala, ¡qué sorpresa! Afortunadamente, no todas las moscas tsé-tsé transmiten el parásito.
    Tengo pendiente escribiros y mandaros muchas fotos de Gabón, en cuanto me organice. Me agrada que te guste mi bazar. Un abrazo.

    ResponderEliminar