domingo, 14 de agosto de 2011

ESTRELLAS FUGACES...

Cayuco llegando al puerto de Los Cristianos. Julio 2006.
 Foto: Cristóbal García Fernández.
(¡Magníficas fotos Cristóbal, gracias!!!)


Grupo de inmigrantes recién  llegados en cayuco al puerto de Los Cristianos. Mayo de 2008.
 Foto: Cristóbal García Fernández.

Me pregunto si miran al cielo. ¿Qué otra cosa pueden hacer en el mar durante la noche? Quizá cuenten astros y, con suerte, algunas estrellas fugaces atravesando el firmamento. Estrellas que huyen despavoridas, como ellos en pateras o cayucos. Ambos fenómenos cósmicos me invitan a formular un deseo…

Perseidas o Lágrimas de San Lorenzo. Todos los veranos, agosto nos brinda una “lluvia de estrellas”: meteoros o estrellas fugaces que, en mayor o menor número según los años, aparecen en una determinada región del cielo; partículas de un cometa que brillan al cruzar la órbita de la Tierra. 

También ellos surgen sin avisar previamente, aunque no brillan tanto. En su lucha por la supervivencia, se precipitan sobre la costa como una lluvia de seres humanos ingenuos, desesperados, con la mirada perdida y en busca de un futuro que no encuentran. Una lluvia que se ha ido convirtiendo en una gran tormenta marina o tempestad y que diariamente arroja “desastrados” aún con vida, cuando no muertos, a la arena o a las rocas de las playas. 

Ojalá se invirtieran las intensidades de estas dos lluvias. El cielo sería un vistoso espectáculo nocturno si arreciara la lluvia meteórica. Y el océano de nuestras conciencias recuperaría la imagen de “mar en calma” si cesara la lluvia humana que nos cae encima en condiciones tan tormentosas. Pero mientras se cumple mi deseo, la angustia de los que sufren se me contagia. 

Como las Perseidas, que puntualmente acuden a su cita estival, ellos son noticia cada día, protagonistas de los medios, estrellas de la televisión. Pero estrellas fugaces que pagan caro su corto momento de gloria. En estos días de agosto, no dejo de pensar en su infortunio y en mi impotencia.

Sin comentarios...
Foto: Santiago Ferrero.
(¡Gracias, Santiago, por dejarme usar tu impresionante foto!)

Lo escribí hace unos años, pero me temo que no ha perdido actualidad.

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