sábado, 28 de julio de 2012

MUERTOS: Epigrafía funeraria

 
Aras sepulcrales con inscripciones latinas del Museo de la antigua ciudad romana de Tipasa, en la actual Argelia.
Fotos: Carmen del Puerto.
 
Fragmentos de inscripciones epigráficas del Museo de Tipasa, en Argelia.
Foto: Carmen del Puerto.

 
Aras sepulcrales con inscripciones latinas de la antigua ciudad romana de Volubilis, en el actual Marruecos. 
Fotos: Carmen del Puerto.

Si estudias Historia Antigua y Epigrafía Latina, sabrás quién era un tal Theodor Mommsen, creador del Corpus Inscriptionum Latinarum (CIL) y premio Nobel de Literatura en 1902. Para este jurista, filólogo e historiador alemán, interpretar las inscripciones latinas del Imperio Romano era “pan comido”. Para mí, un “hueso duro de roer”. Aun así, pude con esta inscripción, una de las más sencillas con probabilidades de caer en el examen:

Ara sepulcral (CIL VI 14150) conservada en el Museo Capitolino (Roma).

D . M
C . CALPURNIUS
C . LIB . BERYLLUS
HIC . SITUS . EST
VIX . ANN . XXI

Del análisis arqueológico deducimos que se trata de un ara sepulcral de mármol muy ornamentada, encontrada en Roma (seguramente a las afueras, por tratarse de una inscripción de carácter privado, como veremos) y conservada en el Museo Capitolino de esta misma ciudad. Está catalogada en el célebre Corpus Inscriptionum Latinarum (CIL), en el volumen VI, con el número 14150. Este catálogo organiza las inscripciones con criterios geográficos, lo que resulta de gran ayuda para la investigación histórica. Sabemos las medidas (72,5 x 59 x 40 cm), siendo el campo epigráfico de 24 x 27 cm y la altura de las letras de 2,5-3 cm. La cartela del texto epigráfico se encuadra entre dos columnas corintias, sobre las que descansa un elemento de cierre horizontal o arquitrabado. Cuenta con dos fajas decorativas de desarrollo horizontal, a modo de friso, por encima y por debajo de la cartela con la inscripción. En la faja superior vemos un relieve en el que aparecen esculpidas dos cabezas de carnero en los extremos que miran de perfil hacia un rostro humano frontal situado en el medio. Si bien podrían tener el valor de animales psicopompos, que transportan las almas de los muertos, también podrían representar los animales ofrendados en este altar de sacrificios. La imagen central podría ser Júpiter, el dios de los dioses en el panteón romano. En la faja inferior aparece una escena esculpida de un banquete funerario, con tres figuras humanas mirando al frente. La figura central, supuestamente el difunto, se encuentra reclinado acompañado de dos sirvientes o custodias a los lados. Se aprecia un gran detalle en el relieve: pliegues en los vestidos, peinados, un objeto en la mano del individuo que está tumbado...

Según un análisis formal, la inscripción presenta una exquisita factura a primera vista. Las letras están perfectamente impresas, son todas del mismo tamaño y forma, bien dispuestas en el espacio y con signos de interpunción muy esmerados, lo que en principio indica la experiencia y el cuidado del tallador, la importancia del encargo y la disponibilidad económica del titular que lo financia. La letra corresponde al tipo “capital cuadrada”, lo que significa cierta ubicación cronológica para el monumento, que estaría comprendida entre los siglos I y III de la era.

Analizando el texto epigráfico, encontramos que encabezan este texto las siglas DM, iniciales de D(iis) M(anibus), una invocación a los dioses Manes. Esta dedicatoria es la habitual al tratarse de un ara funeraria: los dioses Manes protegen a los muertos. El texto es breve y en él identificamos a dos individuos: Uno de ellos es el muerto: C(aius) CALPURNIUS BERYLLUS, que aparece en nominativo. Un liberto que toma el praenomen (Caius) y el nomen (Calpurnius) de su libertador, que en este caso sería Cayo Calpurnio (ignoramos su cognomen), dato que deducimos de C . LIB, de C(aius) LIB(ertus), es decir, liberto de Cayo. El liberto conserva su nombre de pila como cognomen: Beryllus. Los esclavos, al ser liberados, adquirían la condición jurídica de su patrono, en este caso, de ciudadano romano, lo que refrenda la posesión de una onomástica completa o trianómina. La penúltima línea de texto responde a la fórmula funeraria HIC SITUS EST –que en esta ocasión no aparece abreviada-, es decir, “aquí yace”. Según la última línea, el muerto murió joven: vivió 21 años, VIX (it) ANN (orum) XXI.

La traducción, por tanto, sería: “Para los dioses Manes. Aquí yace Cayo Calpurnio Beryllo, liberto de Cayo, que vivió 21 años”. La brevedad del texto posiblemente se debe a la condición de liberto del individuo al que está dedicada, si bien el dedicante se esforzó en otorgarle un monumento funerario de cierto lujo.

Fuentes epigráficas como ésta nos informan, por tanto, de las relaciones sociales en el mundo antiguo y, en concreto, de la que mantuvieron hombres libres con sus libertos, las cuales pudieron ser muy estrechas o especiales a juzgar por esta inscripción. Es una fuente primaria dado que sale directamente de la antigüedad, aunque desgastada por el tiempo. No obstante, sabemos que esta propiedad no es garantía de total objetividad.

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