Obra del chamán
huichol José Benítez Sánchez, expuesta en el Centro Cultural de México, en
París.
Foto:
Carmen del Puerto.
Los que tenemos cierta edad viajamos virtualmente
en los años ochenta gracias al periodista Luis Pancorbo, que escribía, dirigía
y presentaba “Otros Pueblos”, una serie sobre antropología cultural producida
por TVE. Eran tiempos menos globalizados que los actuales y con menos
conocimientos del mundo en que vivimos y de su historia.
En uno de estos documentales “acompañamos” a una
tribu de indios huicholes del estado de Nayarit, al oeste del valle de México,
para presenciar y filmar algunas de sus ceremonias rituales, que se han
mantenido prácticamente intactas hasta la actualidad.
Al menos una vez en su vida, los huicholes hacen
una peregrinación al mítico territorio de Wirikuta, en las laderas de San Luis
Potosí (México), donde crece el cactus del peyote. Esta planta contiene hasta
45 alcaloides, algunos de los cuales, como la mescalina, produce desinhibidores
efectos psicodélicos; la Inquisición la prohibió como “diabólica”. “Peyote” es
una palabra náhuatl a la que el lexicógrafo fray Alonso de Molina dio en el
siglo XVI el significado de “capullo de seda” por su apariencia.
Aún, hoy, la vida del huichol gira en torno al
culto de este cactus singular alucinógeno, el “cactus divino”, que sólo puede
manipular el chamán de la tribu, el único capaz de penetrar por medio del sueño
en el territorio de los dioses creando un vínculo entre lo sagrado y lo profano.
El peyote permite a los huicholes “elevarse de su áspera realidad a un mundo
sobrenatural”. Un ejemplo de “la victoria del relativismo cultural de los
huicholes”, según Pancorbo.
El
uso de plantas alucinógenas ha sido frecuente en muchas culturas en todo el
mundo, como vehículos hacia una mejor y mayor percepción del entorno y del
individuo en sí. El peyote mismo ha sido utilizado durante miles de años por
varios grupos indígenas, no sólo los huicholes, en rituales de espiritualidad y
como planta medicinal. Algunos científicos y humanistas, convencidos de las
posibilidades benéficas de las drogas psicodélicas para los humanos,
investigaron personalmente su uso, como el escritor de ciencia ficción Aldous
Huxley, el poeta y pintor Henri Michaux o el gurú de la New Age Timothy Leary.
Otra entrada en este
blog sobre los huicholes en:
MÉXICO, ¡ÁNDALE!:
Arte huichol en París:
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