Templo de las
Inscripciones de Palenque, en el estado de Chiapas (México).
Foto:
Carmen del Puerto.
Durante mucho
tiempo, los arqueólogos creyeron que los antiguos mayas eran un pueblo
pacífico. Del documental “El reino perdido de los mayas” (Lost Kingdoms of The Maya)
de National Geographic se deduce lo contrario. En
la actualidad sabemos que las guerras mayas fueron “intensas, crónicas e
irresolubles”, porque las limitaciones de abastecimiento y transporte de
alimento impedían que ningún principado maya unificara toda la región. Las
evidencias arqueológicas indican que las guerras se intensificaron y se
volvieron frecuentes. Lo demuestran las excavaciones de inmensas
fortificaciones que rodeaban a muchos emplazamientos mayas. Lo refuerzan las
escenas de batallas y cautivos que pueden verse en monumentos de piedra,
vasijas y en las famosas pinturas murales descubiertas en el yacimiento de Bonampak
en 1946 (que la tecnología ha permitido recuperar con todo su esplendor), así
como la escritura maya, con inscripciones regias que ensalzaban las victorias.
También sabemos que los reyes mayas combatieron para
capturar prisioneros, siendo el rey de Copán (“Conejo 18”) uno de ellos. Jared Diamond,
en su Colapso, ¿Por qué unas sociedades
perduran y otras desaparecen*, describe muy gráficamente lo que hacían con
los cautivos: “Se torturaba atrozmente a los prisioneros de formas que quedan
representadas claramente en los monumentos y murales (como, por ejemplo,
descoyuntándoles los dedos, arrancándoles dientes, cortándoles la mandíbula
inferior, los labios o las yemas de los dedos, colgándolos de los pulgares o
atravesándoles los labios con agujas); y las torturas culminaban (en ocasiones
varios años más tarde) con el sacrificio del prisioneros de modos igualmente
terribles (como, por ejemplo, amarrándolo a una bola, atando sus brazos y
piernas alrededor de ella y haciendo rodar al prisionero escaleras abajo por la
empinada escalinata de un templo).” (DIAMOND, p. 223).
Según este autor, el colapso de los mayas se produjo
por la interacción de cuatro factores: el deterioro de su entorno,
especialmente con la deforestación y la erosión; los cambios climáticos (las
sequías); la hostilidad entre los propios mayas; y factores
político-culturales, “particularmente la competencia entre reyes y nobles que
desembocó en un énfasis crónico en la guerra y en la erección de monumentos
antes que en la resolución de los problemas subyacentes.” (DIAMOND, p. 216-217.).
Sobre todo, teniendo en cuenta que aquellos grandes templos mayas fueron
construidos únicamente a base de piedra, utensilios de madera (no conocían el
metal) y fuerza muscular humana (no disponían de poleas ni de animales
domésticos grandes de carga).
*DIAMOND, Jared. Colapso. Por qué
unas sociedades perduran y otras desaparecen. Random House Mondadori. Barcelona,
2006.
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