sábado, 14 de julio de 2012

CULTURAS AMERICANAS: Supersticiones de calendario


 Placa con datación en escritura maya de la fecha de inauguración de la “Casa de los Árboles de Piedra de Tikal”, nombre con el que se identifica al museo lítico del Centro de Visitantes del Parque Nacional de Tikal (Guatemala).
Foto: Ricardo Porras.

Panel con glifos mayas en el Museo de Sitio de Palenque (Chiapas, México).
Foto: Carmen del Puerto.

El religioso español Fray Diego de Landa, que vivió en la península de Yucatán entre 1549 y 1578, quiso evangelizar a los nativos a toda costa y hoy se guarda un mal recuerdo de su cruel acción inquisidora. “En uno de los peores actos de vandalismo cultural de la historia” –en palabras de Jared Diamond, autor de Colapso. Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen- quemó todos los manuscritos mayas que pudo localizar en su afán por acabar con el “paganismo” o “falsedades del demonio”. De ahí que, en la actualidad, sólo nos queden cuatro de estos manuscritos (escritos con caracteres llamados “glifos”), los códices conocidos por el lugar donde se conservan: Dresde, Madrid, París y Nueva York, que tratan sobre todo de astronomía y calendario.

Pero, paradójicamente, al franciscano pirómano también se le debe una descripción detallada de la sociedad maya junto a una confusa explicación que recibió de un informante acerca de su peculiar escritura. Casi cuatro siglos después se demostró que aquella información contenía pistas para el desciframiento de la misma.

Hoy, muchos quieren convencernos de que en esa escritura está marcado el destino de la Humanidad, seguramente porque vender milenarismos y apocalipsis siempre ha sido muy rentable. Por ello no creo en las “siete profecías mayas” ni en el fin del mundo previsto para el 21 de diciembre de 2012. Según el astrofísico y experto en Arqueoastronomía Juan Antonio Belmonte, conocedor de las culturas mesoamericanas y, en especial de la cultura maya, una de las únicas inscripciones que hablan del supuesto fin de un ciclo del tiempo en 2012 está en el Monumento 6 de Tortuguero, un yacimiento maya de la costa del golfo de México. Sin embargo, en ella faltan dos de los glifos esenciales para la comprensión del texto, que están dañados, y sólo puede leerse “El decimotercer Bak’tun finalizará en 4 Ahau, 3 K’ank’in. ¿…? occurrirá. (Será) el descenso (?) del Dios(es) “Nueve Apoyos” a el ¿…?”. La otra inscripción, descubierta recientemente en La Corona (Guatemala), así como textos glíficos hallados en Palenque y otros lugares demuestran que para los mayas no acaba ningún ciclo en 2012 y que el tiempo va más allá de este año.

Los mayas disponían de tres formas de computar el tiempo: los calendarios Tzolkin, de 260 días, y Haab, de 365 días, y la Cuenta Larga.

En el primer calendario, con funciones religiosas y adivinatorias, la unidad básica es el día, que combina un número del 1 al 13 y un conjunto de 20 días con su propio nombre (Imix, Ik, Akbal, Kan, Chicchan, Cimi, Manik, Lamat, Muluc, Oc, Chuen, Eb, Ben, Ix, Men, Cib, Caban, Etz’nab, Cauac y Ahau). Los días se contarían asimilando un número a un día de manera sucesiva hasta hacer coincidir de nuevo el número 1 con el día Imix, lo que sucedía pasados 260 días y que completaba así un ciclo tzolkin.

El segundo ciclo, Haab o Año Solar, de carácter civil y agrícola, tiene 18 meses de 20 días cada uno, más un mes adicional de cinco días que sirven para construir el año astronómico de 365 días. Cada mes tenía también su nombre: Pop, Uo, Zip, Zotz, Tzec, Xul, Yaxkin, Mol, Chen, Yax, Zac, Ceh, Mac, Kankin, Muan, Pax, Kayab, Cumku y Uayeb. El sistema de cuenta consiste en la combinación de 20 por 18, a la que habría que sumar 5, hasta cumplir los 365 días, empezando cada año por 0 Pop.

Ambos ciclos se combinaron para formar un período mayor, la Rueda Calendárica, obtenida de multiplicar 260 por 365, lo que da un total de 18.980 días (73 tzolkin o 52 haab). Con esta unidad de tiempo superior se miden períodos de 52 años (solares), muy extendido en todas las culturas mesoamericanas. En este nuevo ciclo, 1 Batun (20 katunes) son 144.000 días; 1 Katun (20 tunes), 7.200 días; 1 Tun (18 uinales), 360 días; 1 Uinal (20 kines), 20 días; y 1 Kin, 1 día. Su empleo constituye la llamada Cuenta Larga. Este complejo sistema de anotación calendárica, que no acaba aquí, y siempre asociado a deidades patronas, pone de manifiesto el conocimiento que los mayas tenían del comportamiento de los astros, sobre todo del Sol, de la Luna y del planeta Venus.

“Sea lo que sea lo que el Monumento 6 de Tortuguero nos diga –advierte el antropólogo Stephen Houston, citado por Belmonte en una conferencia en el Museo del la Ciencia y el Cosmos de Tenerife-, ha de relacionarse con el edificio asociado a la inscripción. No tiene nada que ver con la profecía o los supuestos eventos que nos esperan en el 2012. Sobre esto, los mayas muestran un silencio pasmoso, o como mucho, unas asociaciones de ideas más bien aburridas y nada trascendentes.” Y, en cualquier caso, como concluye Belmonte, “si los mayas no fueron capaces de prever su propio colapso, ¿por qué iban a ser capaces de prever el nuestro?”.

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