El hongo que produjo la Bomba del Zar en 1961.
El Sol es una central nuclear de fusión (que transforma hidrógeno en helio) capaz de proporcionar 386 trillones de megavatios. Un 1,38% de su potencia fue la irradiada por la temible “Bomba del Zar”, con sus 57 megatones, lanzada por la Unión Soviética en 1961 (el año que nací) sobre el archipiélago de Nueva Zembla, en el Océano Ártico. Fue 2.500 veces más potente que las bombas, aún frescas en nuestra memoria, de Hiroshima y Nagasaki, ataques nucleares que fueron ordenados por el presidente de Estados Unidos Harry Truman y que pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial.
Hablando de energía nuclear, cómo no recordar también las recientes fugas radiactivas en la planta de Fukushima tras el terrible terremoto-tsunami que sacudió Japón en 2011; cómo no recordar el accidente de Chernóbyl (Ucrania) en 1986, uno de los mayores desastres medioambientales de la historia; cómo no recordar el estreno en 1979 de la película El síndrome de China, seguido dos semanas después por el accidente de Three Mile Island, en Pensilvania (EEUU).
La verdad es que siempre me ha estremecido todo lo relacionado con el peligro nuclear, ya fuera por un exceso de radiación en medicina, por accidentes en las centrales térmicas o por el uso de armas que liberan energía nuclear a gran escala. Y ello a pesar de la belleza de las nubes en forma de hongo o seta que produce la explosión de una bomba atómica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario