“La vida es como andar en bicicleta. Para mantenerte en equilibrio, tienes que seguir moviéndote”. Se lo decía Albert Einstein a su hijo Eduard en una carta escrita en 1930, tras haber formulado a pedales su teoría de la Relatividad. Pierre y Marie Curie tampoco soltaron el manillar de sus bicicletas hasta que obtuvieron un decigramo de cloruro de radio tras cristalizar miles de veces ocho toneladas de pechblenda. El descubrimiento del radio y del polonio nada tuvo que ver aparentemente con los radios de sus velocípedos, transporte adquirido para viajar por la campiña francesa durante su luna de miel en 1895. Pero la atrevida Marie, vestida con falda-pantalón y sentada en el sillín a horcajadas -postura políticamente incorrecta para una mujer de finales de siglo XIX-, se hizo finalmente con dos Premios Nobel.
Los tres genios sobre ruedas nunca echaron el freno, se clasificaron para la final, fueron los primeros en llegar a la meta y se ganaron, por ello, una merecida entrada en mi blog, hoy dedicado a los frikis de las bicicletas.
Los tres genios sobre ruedas nunca echaron el freno, se clasificaron para la final, fueron los primeros en llegar a la meta y se ganaron, por ello, una merecida entrada en mi blog, hoy dedicado a los frikis de las bicicletas.
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