domingo, 24 de junio de 2012

ESTAMBUL: La tugra del sultán


 
 
Tugras de los sultanes Murad III (arriba) y Selim III (abajo).
Fotos: Carmen del Puerto.

Detalle de la Puerta Imperial del Palacio de Topkapi (Estambul), 
con la tugra de Mahmud II en el extremo inferior.
Foto: Carmen del Puerto.


Tugra de Solimán el Magnífico.
Fuente:


Basmala (la frase islámica más utilizada en la caligrafía árabe ornamental)
en forma de tugra de estilo otomano, decorando distintos objetos.

Ahora reconocería su firma a lo lejos. Es más, la podría falsificar. Sólo necesito unas clases previas de caligrafía otomana y sentirme con el poder de un sultán. Pero hace unos años me vendieron una reproducción de la tugra de Solimán el Magnífico (1495-1566) que resultó ser de Murad III (1546-1595) y me sentí estafada, ya que el primero remite al apogeo del Imperio Otomano y el segundo al comienzo de su decadencia.

La tugra nació con Murad I (1359-1389), quien al no saber escribir estampó su mano mojada en tinta sobre un decreto imperial de modo que el pulgar y el índice dejaron su huella a la izquierda mientras que la de los otros tres dedos se imprimió a la derecha y hacia arriba. Con unos retoques y añadidos de sus calígrafos, la tugra se institucionalizó al comienzo –no al final- de los documentos oficiales y, con pequeñas variaciones, cada sultán tuvo su propia rúbrica, aunque no firmaran ellos personalmente.

Hoy, desaparecidos los sultanes, sus artísticas tugras y la de basmalas o versos coránicos estampados en cualquier objeto (desde azulejos a salvamanteles) se venden como souvenir en el Gran Bazar de Estambul.

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