Panorámica
de Estambul. Lienzo del pintor turco Cemal Toy.
Foto:
Carmen del Puerto.
El Expreso de
Medianoche (1978) no dio muy
buena imagen de los turcos, pero en las retinas de muchos espectadores se
grabaron las bellas secuencias de su inicio: ese horizonte de cúpulas y
minaretes de las mezquitas de Estambul vistos desde las aguas del Bósforo. La
película de Alan Parker, con un guión de Oliver Stone basado aparentemente en
hechos reales y con una banda sonora de Giorgio Moroder, cuenta la experiencia
de un joven estadounidense detenido en el aeropuerto de Estambul por tráfico de
drogas. Condenado a cuatro años de cárcel por ese delito, duramente penalizado en
Turquía, el protagonista sufrirá una auténtica pesadilla, el horror del sistema
penitenciario turco. Sin duda, una reflexión sobre cómo una vida se puede
arruinar en un instante y cómo cometer un error puede condenarte al infierno.
Pero muchas veces las cosas no son como parecen… en el cine. Por eso invito a
leer este artículo sobre la hipocresía en torno al narcotráfico que esconde tan
extraordinaria película:
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