domingo, 24 de junio de 2012

ESTAMBUL: El arte islámico


Techos de cúpula del interior de la Mezquita Nueva (Yeni Camii, en turco), construida entre 1597 y 1663, en el distrito de Eminönü de Estambul.
Foto: Carmen del Puerto.

El arte islámico es un arte animado por la religión -el Islam-, que ha condicionado notablemente su expresividad al margen de generar una gran variedad de manifestaciones artísticas. La tradición (hadith) y la ley (charia) islámicas prescriben ciertas obligaciones religiosas que deben cumplir todos los creyentes (islam significa “sumisión”) y que incidirán de forma específica en el arte islámico. Estas cinco reglas básicas reciben el nombre de “pilares del Islam” (arkan) y son las siguientes:

1) creencia en un Dios único, Alá, y en Mahoma, su Profeta (profesión de fe o chahada), no habiendo intermediarios entre Alá y el creyente –la inexistencia de ritos en común estructura sus construcciones y su disposición en ellas- y dado que el mensaje prima sobre el mensajero, la escritura es uno de los motivos decorativos que singularizan el arte islámico;

2) observación de las oraciones rituales diarias (salat), cuya consecuencia arquitectónica es la mezquita, sus minaretes para llamar a la oración, su patio para las abluciones previas y su sala de oración;

3) pago de la limosna o contribución legal (zakat), que se concreta en la fundación de instituciones de caridad como hospitales, escuelas, baños y fuentes públicas;

4) peregrinaje, al menos una vez en la vida, a la ciudad santa de La Meca (hajj), que permite el intercambio de ideas y producciones especiales, como los nuevos paños que el califa envía anualmente al santuario de la Kaaba –donde se encuentra la Piedra Negra- o los certificados ornamentales de la peregrinación;

y 5) ayuno durante el mes del Ramadán (sawm), siendo la ruptura del ayuno celebrada con fiestas para las que se destina cerámica de gran belleza. El conjunto de estas prácticas constituye la base de la identidad musulmana.

Otras prescripciones tradicionales son el “esfuerzo en el camino de Dios” (yihad), que puede ser militar (guerra santa) o interior; la circuncisión masculina y femenina (jafd); las prohibiciones alimentarias (carne de cerdo y bebidas alcohólicas); y las prevenciones contra la práctica de la usura y de los juegos de azar.

En una primera etapa, el arte islámico se caracterizó por “una asimilación y reinterpretación de las herencias del mundo antiguo [romano, bizantino, sasánida y cristiano, fundamentalmente], en busca de una concreción tipológica, formal y decorativa” (RAMÍREZ, 49). Sin embargo, la transformación de lo que se va conociendo dará lugar a la creación de una “nueva sintaxis artística” (ESTEBAN et al., 102).

La norma principal parte de la idea de que “sólo Dios permanece” y, por ello, toda creación del hombre debe tener una apariencia temporal, perecedera. De ahí la “estética de la fragilidad”, que de muy diversas maneras se advierte en todas y cada una de las manifestaciones artísticas musulmanas y a través de los materiales más diversos y, en general, modestos.

Una de las constantes ideológicas que determinan el arte islámico (FIGUEROBA y FERNÁNDEZ, 103-104) es el rechazo a la presencia de imágenes, sobre todo humanas –de ahí la ausencia de escultura-. Si bien no existe una prohibición coránica precisa, la tradición recomienda la no representación en las mezquitas de seres vivos (sí en los edificios y objetos de uso civil). Primero, porque podría llevar a la idolatría y culto a los iconos; después, porque es absurdo reducir la imagen de Dios a los límites de la naturaleza creada; y, finalmente, porque Alá es el único creador. Es la “estética del concepto” (ESTEBAN et al., 463). El hombre no puede competir con Dios en la recreación de la realidad, sólo puede representarla de forma inanimada. En consecuencia se opta por las fantasías de fondo naturalista y geométrico, con un gran dominio de líneas y colores, como complemento de la arquitectura y, también, de la cerámica. Es un arte concebido más como decoración que como representación.

En cuanto a las constantes formales (FIGUEROBA y FERNÁNDEZ, 104), ladrillo y mampostería son los materiales constructivos más utilizados, mientras que como materiales decorativos destacan: yeso y escayola, para enlucir paredes, desarrollar filigranas y estilizar; y madera, para puertas y púlpitos, con decoración caligráfica. El elemento organizador del espacio es el cuadrado (influencia griega), que estará presente en cualquier configuración (mezquita, mausoleo,...) y que simboliza la implantación y fortaleza del Islam. La esfera cúbica se emplea para el desarrollo de las cúpulas. Como elementos sustentantes se usan la columna y el pilar (influencia romana), así como el arco, siendo el más característico el de herradura: sus dovelas son paralelas, con un ritmo binario de colores. La decoración arquitectónica (influencia oriental) puede ser geométrica (con lacerías, arabescos y celosías); epigráfica (la palabra de Alá debe ser divulgada, de ahí las inscripciones coránicas y la importancia de la escritura como elemento ornamental con carácter unificador) y policromada (el color, la luz y el agua confieren dimensión dinámica a la arquitectura).

El musulmán, no pudiendo representar a Dios en forma humana como hace el Cristianismo, busca plasmarlo a través de su Creación. Para ello se fundamenta en la Ciencia: en la matemática, la geometría y el número, formas perfectas de representación del Universo. La decoración geométrica –la “geometría sagrada”- es, a la vez Ciencia y Arte. (ESTEBAN et al. 463).

El arte islámico tiene dos principales manifestaciones arquitectónicas: una religiosa (la mezquita), y otra civil (el palacio y la villa). Pero en lo islámico no existe diferenciación entre arquitectura religiosa y civil -la religión es la principal función de la arquitectura islámica, que debe adaptarse a las exigencias litúrgicas-. Ambas se ornamentan con una temática idénticamente concebida, inspirada siempre en el elemento religioso. “Temática y características que se repiten en forma constante tanto en el recubrimiento arquitectónico como en todas las demás artes decorativas que constituyen las principales manifestaciones del arte musulmán. Ello conduce a un rasgo fundamental: la unidad de las artes.” (ESTEBAN et al., 462).

Como principales aportaciones arquitectónicas del arte islámico, se apuntan las siguientes: las organizaciones simétricas respecto a un eje axial y caminos de penetración longitudinales; la disolución arquitectónica del muro externo; el tratamiento del espacio interno; la intercomunicación de espacios; la decoración y tectónica constructiva flotante y suspendida; la aceleración rítmica de motivos ornamentales-arquitectónicos en una seriación sin fin; la profusión de cerámica geométrica en el muro haciendo continuas, brillantes e iluminadas las superficies; y la separación de “cuantos espaciales” por la luz, arcos-pantalla o ámbitos cueviformes. (ESTEBAN et al., 102). “La arquitectura musulmana tiende, progresivamente, a modificar las formas tectónicas quitándoles primero solidez, dándoles después la apariencia de ser únicamente ornamentación, para convertirlas, por fin, de hecho, en puramente ornamentales”. (ESTEBAN et al., 465).

En la época de los grandes imperios, como el Imperio Otomano, se desarrolló un sentimiento nacionalista que se tradujo en unas manifestaciones artísticas diferenciadas. Dos serán las grandes innovaciones del Imperio Otomano (RAMÍREZ, 96-97). La primera: la fundación de caridad (külliye), un complejo religioso que además de la mezquita –su núcleo central- comprende edificios de utilidad pública como las escuelas coránicas (madrasas), la escuela, la biblioteca, el hospital, el asilo de dementes, el comedor de pobres, el bazar o los baños. La segunda: la mezquita de planta central que toma como referente la iglesia de Santa Sofía, definida por un cubo abierto con cúpula, un pórtico de entrada y frágiles alminares. Esteban et al. señalan que la flexibilidad y poca exigencia de la religión islámica permitió el aprovechamiento, para sus mezquitas, de cualquier sistema preexistente. (ESTEBAN et al., 102). Y eso fue lo que hicieron los otomanos: difundir el sistema bizantino de Santa Sofía como mezquita e ir adoptando nuevas soluciones. No obstante, autores como Pevsner et al. recuerdan que, si bien muchos elementos internos y externos de las mezquitas construidas después de la segunda mitad del siglo XV están copiados de Santa Sofía –valorada por los turcos como obra maestra del arte mundial-, la arquitectura otomana ya había desarrollado con anterioridad una serie de formas posteriormente perfeccionadas. “Parece por lo tanto más justo considerar a Santa Sofía como el reto que impulsó a los arquitectos otomanos a llevar a cabo sus más grandes realizaciones, que como el origen de las mismas.” (PEVSNER et al., 607).

BIBLIOGRAFÍA:

BLAIR, Sheila S., y BLOOM, Jonathan M. Bloom. Arte y arquitectura del Islam 1250-1800. Editorial Cátedra (Manuales de Arte). Madrid, 1999.
ESTEBAN, Juan F., et al. Introducción General al Arte. Ediciones Istmo. (Fundamentos 64). Madrid, 1980.
FATÁS, Guillermo, y BORRÁS, Gonzalo M. Diccionario de términos de arte. Alianza Editorial. Madrid, 2002 (e.o. 1988).
FIGUEROBA, Antonio, y FERNÁNDEZ, M. Teresa. Historia del Arte. Editorial McGraw-Hill/Interamericana de España. 2º Bachillerato. Madrid, 2001. (e.o. 1996). Unidad Didáctica: “Las formas bizantinas e islámicas”. Págs. 91-110.
PREVSNER, Nikolaus, et al. Diccionario de Arquitectura. Alianza Editorial (Diccionarios). Madrid, 1980, 1ª edición. 1992, 2ª reimpresión, (e.o. 1975).
RAMÍREZ, Juan Antonio (director). Historia del Arte. La Edad Media. Alianza Editorial. Madrid, 1999, 2ª reimpresión. (e.o.1996). Capítulo: “El arte del Islam”, por CLARA DELGADO Valero. Págs. 49-106.
REVILLA, Federico. Diccionario de Iconografía y Simbología. Editorial Cátedra. Madrid, 1999.
STIERLIN, Henri. Turquía, de los Selyúcidas a los Otomanos. Editorial Taschen (Arquitectura Mundial de Taschen). Edición española. Barcelona, 1999.
Enciclopedia MicrosoftÒEncartaÒ2000.Ó1993-1999 Microsoft Corporation (en CD-Rom)
Estambul. Guías Everest. Autores: Christoph K, Neumann y Michael Neumann-Adrian. Ediciones Everest. León, 1997.
Estambul. Guías Visuales Peugeot. Ediciones El País. Madrid, 1998.

Internet: http:www.organizacionislam.org.ar/Sinan.htm

 


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