Techos
de cúpula del interior de la Mezquita Nueva (Yeni Camii, en turco), construida
entre 1597 y 1663, en el distrito de Eminönü de Estambul.
Foto:
Carmen del Puerto.
El arte islámico es
un arte animado por la religión -el Islam-, que ha condicionado notablemente su
expresividad al margen de generar una gran variedad de manifestaciones
artísticas. La tradición (hadith) y
la ley (charia) islámicas prescriben
ciertas obligaciones religiosas que deben cumplir todos los creyentes (islam significa “sumisión”) y que
incidirán de forma específica en el arte islámico. Estas cinco reglas básicas
reciben el nombre de “pilares del Islam” (arkan)
y son las siguientes:
1) creencia en un
Dios único, Alá, y en Mahoma, su Profeta (profesión de fe o chahada), no habiendo intermediarios
entre Alá y el creyente –la inexistencia de ritos en común estructura sus
construcciones y su disposición en ellas- y dado que el mensaje prima sobre el
mensajero, la escritura es uno de los motivos decorativos que singularizan el
arte islámico;
2) observación de
las oraciones rituales diarias (salat),
cuya consecuencia arquitectónica es la mezquita, sus minaretes para llamar a la
oración, su patio para las abluciones previas y su sala de oración;
3) pago de la
limosna o contribución legal (zakat),
que se concreta en la fundación de instituciones de caridad como hospitales,
escuelas, baños y fuentes públicas;
4) peregrinaje, al
menos una vez en la vida, a la ciudad santa de La Meca (hajj), que permite el intercambio de ideas y producciones
especiales, como los nuevos paños que el califa envía anualmente al santuario
de la Kaaba –donde se encuentra la Piedra Negra- o los certificados
ornamentales de la peregrinación;
y 5) ayuno durante
el mes del Ramadán (sawm), siendo la
ruptura del ayuno celebrada con fiestas para las que se destina cerámica de
gran belleza. El conjunto de estas prácticas constituye la base de la identidad
musulmana.
Otras prescripciones
tradicionales son el “esfuerzo en el camino de Dios” (yihad), que puede ser militar (guerra santa) o interior; la
circuncisión masculina y femenina (jafd);
las prohibiciones alimentarias (carne de cerdo y bebidas alcohólicas); y las
prevenciones contra la práctica de la usura y de los juegos de azar.
En una primera
etapa, el arte islámico se caracterizó por “una asimilación y reinterpretación
de las herencias del mundo antiguo [romano, bizantino,
sasánida y cristiano, fundamentalmente], en busca de una
concreción tipológica, formal y decorativa” (RAMÍREZ, 49). Sin embargo, la
transformación de lo que se va conociendo dará lugar a la creación de una
“nueva sintaxis artística” (ESTEBAN et al., 102).
La norma principal
parte de la idea de que “sólo Dios permanece” y, por ello, toda creación del
hombre debe tener una apariencia temporal, perecedera. De ahí la “estética de
la fragilidad”, que de muy diversas maneras se advierte en todas y cada una de
las manifestaciones artísticas musulmanas y a través de los materiales más
diversos y, en general, modestos.
Una de las
constantes ideológicas que determinan el arte islámico (FIGUEROBA y FERNÁNDEZ,
103-104) es el rechazo a la presencia de imágenes, sobre todo humanas –de ahí
la ausencia de escultura-. Si bien no existe una prohibición coránica precisa,
la tradición recomienda la no representación en las mezquitas de seres vivos
(sí en los edificios y objetos de uso civil). Primero, porque podría llevar a
la idolatría y culto a los iconos; después, porque es absurdo reducir la imagen
de Dios a los límites de la naturaleza creada; y, finalmente, porque Alá es el
único creador. Es la “estética del concepto” (ESTEBAN et al., 463). El hombre
no puede competir con Dios en la recreación de la realidad, sólo puede
representarla de forma inanimada. En consecuencia se opta por las fantasías de
fondo naturalista y geométrico, con un gran dominio de líneas y colores, como
complemento de la arquitectura y, también, de la cerámica. Es un arte concebido
más como decoración que como representación.
En cuanto a las
constantes formales (FIGUEROBA y FERNÁNDEZ, 104), ladrillo y mampostería son
los materiales constructivos más utilizados, mientras que como materiales
decorativos destacan: yeso y escayola, para enlucir paredes, desarrollar
filigranas y estilizar; y madera, para puertas y púlpitos, con decoración
caligráfica. El elemento organizador del espacio es el cuadrado (influencia
griega), que estará presente en cualquier configuración (mezquita,
mausoleo,...) y que simboliza la implantación y fortaleza del Islam. La esfera
cúbica se emplea para el desarrollo de las cúpulas. Como elementos sustentantes
se usan la columna y el pilar (influencia romana), así como el arco, siendo el
más característico el de herradura: sus dovelas son paralelas, con un ritmo
binario de colores. La decoración arquitectónica (influencia oriental) puede
ser geométrica (con lacerías, arabescos y celosías); epigráfica (la palabra de
Alá debe ser divulgada, de ahí las inscripciones coránicas y la importancia de
la escritura como elemento ornamental con carácter unificador) y policromada
(el color, la luz y el agua confieren dimensión dinámica a la arquitectura).
El musulmán, no
pudiendo representar a Dios en forma humana como hace el Cristianismo, busca
plasmarlo a través de su Creación. Para ello se fundamenta en la Ciencia: en la
matemática, la geometría y el número, formas perfectas de representación del
Universo. La decoración geométrica –la “geometría sagrada”- es, a la vez
Ciencia y Arte. (ESTEBAN et al. 463).
El arte islámico
tiene dos principales manifestaciones arquitectónicas: una religiosa (la
mezquita), y otra civil (el palacio y la villa). Pero en lo islámico no existe
diferenciación entre arquitectura religiosa y civil -la religión es la
principal función de la arquitectura islámica, que debe adaptarse a las
exigencias litúrgicas-. Ambas se ornamentan con una temática idénticamente
concebida, inspirada siempre en el elemento religioso. “Temática y
características que se repiten en forma constante tanto en el recubrimiento
arquitectónico como en todas las demás artes decorativas que constituyen las
principales manifestaciones del arte musulmán. Ello conduce a un rasgo
fundamental: la unidad de las artes.” (ESTEBAN et al., 462).
Como principales
aportaciones arquitectónicas del arte islámico, se apuntan las siguientes: las
organizaciones simétricas respecto a un eje axial y caminos de penetración
longitudinales; la disolución arquitectónica del muro externo; el tratamiento
del espacio interno; la intercomunicación de espacios; la decoración y
tectónica constructiva flotante y suspendida; la aceleración rítmica de motivos
ornamentales-arquitectónicos en una seriación sin fin; la profusión de cerámica
geométrica en el muro haciendo continuas, brillantes e iluminadas las
superficies; y la separación de “cuantos espaciales” por la luz, arcos-pantalla
o ámbitos cueviformes. (ESTEBAN et al., 102). “La arquitectura musulmana
tiende, progresivamente, a modificar las formas tectónicas quitándoles primero
solidez, dándoles después la apariencia de ser únicamente ornamentación, para
convertirlas, por fin, de hecho, en puramente ornamentales”. (ESTEBAN et al.,
465).
En la época de los
grandes imperios, como el Imperio Otomano, se desarrolló un sentimiento
nacionalista que se tradujo en unas manifestaciones artísticas diferenciadas.
Dos serán las grandes innovaciones del Imperio Otomano (RAMÍREZ, 96-97). La
primera: la fundación de caridad (külliye), un complejo religioso que además de
la mezquita –su núcleo central- comprende edificios de utilidad pública como
las escuelas coránicas (madrasas), la escuela, la biblioteca, el hospital, el
asilo de dementes, el comedor de pobres, el bazar o los baños. La segunda: la
mezquita de planta central que toma como referente la iglesia de Santa Sofía,
definida por un cubo abierto con cúpula, un pórtico de entrada y frágiles
alminares. Esteban et al. señalan que la flexibilidad y poca exigencia de la
religión islámica permitió el aprovechamiento, para sus mezquitas, de cualquier
sistema preexistente. (ESTEBAN et al., 102). Y eso fue lo que hicieron los
otomanos: difundir el sistema bizantino de Santa Sofía como mezquita e ir
adoptando nuevas soluciones. No obstante, autores como Pevsner et al. recuerdan
que, si bien muchos elementos internos y externos de las mezquitas construidas
después de la segunda mitad del siglo XV están copiados de Santa Sofía
–valorada por los turcos como obra maestra del arte mundial-, la arquitectura
otomana ya había desarrollado con anterioridad una serie de formas
posteriormente perfeccionadas. “Parece por lo tanto más justo considerar a
Santa Sofía como el reto que impulsó a los arquitectos otomanos a llevar a cabo
sus más grandes realizaciones, que como el origen de las mismas.” (PEVSNER et
al., 607).
BIBLIOGRAFÍA:
BLAIR, Sheila S., y BLOOM, Jonathan
M. Bloom. Arte y arquitectura del Islam 1250-1800.
Editorial Cátedra (Manuales de Arte). Madrid, 1999.
ESTEBAN, Juan F., et al. Introducción General al Arte. Ediciones Istmo. (Fundamentos 64).
Madrid, 1980.
FATÁS, Guillermo, y BORRÁS,
Gonzalo M. Diccionario de términos de arte. Alianza
Editorial. Madrid, 2002 (e.o. 1988).
FIGUEROBA, Antonio, y
FERNÁNDEZ, M. Teresa. Historia del Arte. Editorial
McGraw-Hill/Interamericana de España. 2º Bachillerato. Madrid, 2001. (e.o.
1996). Unidad Didáctica: “Las formas bizantinas e islámicas”. Págs. 91-110.
PREVSNER, Nikolaus, et al. Diccionario de Arquitectura. Alianza Editorial (Diccionarios).
Madrid, 1980, 1ª edición. 1992, 2ª reimpresión, (e.o. 1975).
RAMÍREZ, Juan Antonio (director). Historia del Arte. La Edad Media.
Alianza Editorial. Madrid, 1999, 2ª reimpresión. (e.o.1996). Capítulo: “El arte
del Islam”, por CLARA DELGADO Valero. Págs. 49-106.
REVILLA, Federico. Diccionario de Iconografía y Simbología. Editorial Cátedra. Madrid,
1999.
STIERLIN, Henri. Turquía, de los Selyúcidas a los Otomanos. Editorial Taschen
(Arquitectura Mundial de Taschen). Edición española. Barcelona, 1999.
Enciclopedia MicrosoftÒEncartaÒ2000.Ó1993-1999 Microsoft
Corporation (en CD-Rom)
Estambul. Guías Everest. Autores: Christoph K, Neumann y
Michael Neumann-Adrian. Ediciones Everest. León, 1997.
Estambul. Guías Visuales Peugeot. Ediciones El País. Madrid, 1998.
No hay comentarios:
Publicar un comentario