Efecto a partir de un mapa escolar antiguo de África.
Foto: Carmen del Puerto.
Camerún va y viene por el bazar de la Retórica como el Guadiana (véase la reciente página “Bonjour, Madame!” creada en este blog). Y es que de ríos va la cosa. En 1472, marinos portugueses, bajo el mando de Fernando Poo, entraron en el estuario del río Wouri, en el Golfo de Guinea, al sureste del Océano Atlántico. Lo llamaron “Río dos Camaroes” (de ahí Camerún, el nombre actual del país africano por el que discurre) debido a la sorprendente cantidad de gambas de agua dulce que había en él y que hoy es la especialidad culinaria de la región.
El antropólogo inocente y La plaga de las orugas, espléndidas obras del británico Nigel Barley, no sólo nos hablan con humor de la tribu de los dowayo en Camerún. También nos inoculan el virus de la ansiedad por conocer este país que parece esconderse en el corazón de África. Cuando lo descubres, no puede serte indiferente. Los colores y los contrastes impresionan la retina para siempre.
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