Niños australianos de Sidney (arriba) y de Victoria (abajo).
Fotos: Carmen del Puerto.
Unos miran fijamente al objetivo, otros no. Pero ni desafían ni se avergüenzan. Todos ellos permanecen ajenos al pasado racista de un país, tan grande, que se diría un continente. La “Generación Robada” no va con esos niños aussies que forzosamente han de llevar sombrero para protegerse de la radiación ultravioleta. Ellos no conocen la historia de Molly Craig, la niña aborigen que huyó con su hermana de los intentos de limpieza étnica del gobierno australiano de entonces, el cual apartaba a los niños mestizos de sus familias nativas para instruirles como trabajadores domésticos en la sociedad blanca. Una práctica atroz que mantuvo la política de secuestros de la infancia desde 1869 y durante todo un siglo. Probablemente, los niños aussies de las fotos aún no saben de esta práctica porque no han visto la película Rabbit-proof fence ni han seguido el viaje épico de los niños aborígenes buscando la alambrada a prueba de conejos que les orientaría en su retorno a casa. Pero algún día estudiarán que, el 13 de febrero de 2008, el primer ministro australiano pidió perdón oficialmente por tanta ignominia. Como dice el refrán, más vale tarde que nunca.
Generación Robada (Rabbit-proof fence) es una película australiana dirigida por Phillip Noyce en 2002, basada en hechos reales y con música de Peter Gabriel. Espléndidos los actores, sobre todos los niños y Kenneth Branagh en el papel del cínico Sr. Neville. Una película sobre la dignidad humana que recomiendo.
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