Cartel de una exposición sobre la Fotografía y la Moda, del fotógrafo australiano Bruno Benini, en el Powerhouse Museum de Sidney (Australia).
Foto del cartel: Carmen del Puerto.
En este “bazar” tan personal, donde me he propuesto que quepan todos los continentes, también cabe la Moda, y la escribo con mayúsculas. Porque, queramos o no, este fenómeno social de gran presencia mediática y muy ligado a la globalización condiciona nuestras vidas más de lo que parece. En mi caso, sin ser yo muy “de modas”, como diría una sobrina mía, he comprendido que no debo desdeñar ese mundo que, injustamente, consideraba frívolo y banal. Ahora incluso empiezo a sentirme atraída por él, aunque sólo sea por las ricas historias que descubres detrás de los diseñadores, como la fascinante Coco Chanel, y las obras de arte que indudablemente crean. Pero, sobre todo, ya no puedo ser tan crítica con el universo de modelos y pasarelas, pues es el campo profesional que ha elegido mi hija mayor (a la que por cierto debo su ayuda en la creación de este blog). Ella me ha contagiado un poco de su entusiasmo, que se manifiesta, por ejemplo, cuando contempla extasiada las revistas especializadas (Vogue, Vanity Fair, Harper’s Bazaar…), publicaciones lujosas que cuidan al detalle el diseño y ofrecen páginas de color sensacionales. Ella me ha familiarizado con nombres como el diseñador británico ya desparecido Alexander McQueen, objeto de una exposición –“Savage Beauty”- en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, o con el fotógrafo de modas peruano Mario Testino, que lo mismo inmortaliza a la super top model Kate Moss como a los futuros reyes de Inglaterra. Los bolsos de Louis Vuitton, los zapatos de Manolo Blahnik o el repetido adjetivo “vintage” ya no me resultan un léxico ajeno. Razones todas ellas que justifican por qué hoy las entradas de mi blog hablan de Moda, aunque a mi manera, y entre ellas una colaboración de mi hija, LAURA PDP, a quien deseo la mejor de las suertes en este oficio.
Y desde aquí también quiero unirme al sentir general por el reciente fallecimiento del modisto español Jesús del Pozo, cuyos perfumes y aguas de colonia me agradan.
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