Imágenes de la exposición: “Un sueño de ida y vuelta. La S.A.P.E. Congolesa”,
de los fotógrafos Héctor Mediavilla y Baudouin Mouanda,
presentadas en el marco del FCAT 2011.
Fotos tomadas de la exposición: Carmen del Puerto.
Son unos dandis, aunque desfilen por las calles sin pavimentar de Brazzaville. No les importa que su entorno no haga juego con su elegancia. Y si pueden llamar la atención y competir con sus impecables y coloridos trajes de marca, combinados de forma única con corbatas, sombreros, calcetines y zapatos –también con el taxi para acudir a las fiestas-, habrán logrado su objetivo en la vida. Porque serán admirados y tendrán el respeto de su comunidad. Dicen contribuir así a que sus seguidores se alejen de la violencia, la cual no encajaría con sus refinados modales. El culto por la estética y el lujo es una filosofía para subvertir su estatus social, olvidando los enfrentamientos bélicos del pasado y la miseria del presente, aunque a base de créditos o de no comer literalmente. Ese “hábito” exhibicionista de vestirse con glamour, caminar con pasos largos y hablar educadamente deriva del período colonial. Cuando los franceses llegaron al Congo a principios del siglo XX, deslumbraron por su distinción a los jóvenes de la etnia Bakongo. Desde entonces, el sueño de los llamados sapeurs, los miembros de la SAPE o Société des Ambianceurs et des Personnes Elegantes (Sociedad de Ambientadores y Personas Elegantes), es vivir una temporada en París, empaparse de moda y regresar vestidos con modelos de Pierre Cardin o Christian Dior.
Ochenta fotografías de Héctor Mediavilla y Baudouin Mouanda mostraban en Tarifa el fascinante mundo de la S.A.P.E. La exposición, en la Sala Municipal de Exposiciones Cárcel Real, era una de las actividades paralelas del Festival de Cine Africano de Tarifa (FCAT), celebrado del 11 al 19 de junio y que en su octava edición seguía ofreciendo espléndidas películas de un siempre prodigioso continente.
Comisariado:
Sandra Maunac y Mónica Santos
Masasam Espacios de Creación
Más información:
Cuando estuve en Kenia me llamó la atención cómo despreciaban que los europeos, teniendo más recursos económicos, anduviéramos por las calles en camiseta y pantalón corto. Allí, hasta el más modesto procura ir con una camisa y no es raro ver caminar por los arcenes polvorientos de las carreteras, durante kilómetros, a señores de punta en blanco, camino al trabajo.
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