viernes, 7 de septiembre de 2012

“YES, WE CAN”


Cañadas del Teide (Tenerife).
Foto: Carmen del Puerto.
Tarifa (Cádiz).
Foto: Carmen del Puerto.
Betancuria (Fuerteventura).
Foto: Carmen del Puerto.

En la escuela aprendimos aquello de los reinos animal, vegetal y mineral en que se dividía la Naturaleza con mayúscula, antes de que la Biología se complicara. La materia viva se diferenciaba de la inerte, la orgánica de la inorgánica, la natural creada por Dios de la artificial creada por el Hombre. Había pocas opciones que rompieran ese esquema, propio de la Enciclopedia Álvarez de la posguerra española. También estudiamos que “la materia ni se crea ni se destruye, sólo se transforma”, ley postulada en el siglo XVIII por el químico francés Antoine-Laurent de Lavoisier antes de ser guillotinado. Nadie discutía este principio, hasta que llegaron las matizaciones del físico alemán Albert Einstein, para quien masa y energía pasaron a ser equivalentes. Es más, ni el átomo era indivisible, en contra de su etimología, ni los cielos inmutables, como demostrara el astrónomo danés Tycho Brahe al observar la supernova que lleva su nombre en la constelación de Casiopea. Los paradigmas científicos cambian, como puede hacerlo, no sin dificultades, la realidad más despiadada. Hoy la vida se abre paso entre las piedras, como las flores de mi blog. No importan los obstáculos que haya en el camino. Si ellas pueden, nosotros también.


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