Palmera poblada de nidos en Poubara (Gabón).
Foto: Carmen del Puerto.
Vicente Huidobro jugaba con el lenguaje
como los pájaros con esta palmera colmada de nidos escandalosos. El poeta
chileno, tan innovador, tan heterodoxo, desarticulaba las palabras, que adoptaban
nuevas formas expresivas. Lirismo salvaje cuya lectura obliga a reconstruir los
significados, como si de collages cubistas se tratara. Lo que era el horizonte
de la montaña o la montaña del horizonte se transforma en “al horitaña de la
montazonte”; el violonchelo y la golondrina, en “la violondrina y el
goloncelo”… Incluso la mitad de la golondrina, como gameto fecundado, se
reproduce y forma nuevas palabras con nuevos campos semánticos. “Ya viene la
golondía/ y la noche encoge sus uñas como el leopardo”. Lexema en busca de
morfema. Era lo que tenía el “creacionismo”, ¡ojo!, el movimiento literario de
vanguardia de comienzos del siglo XX, donde la poesía era un instrumento de
creación absoluta.
ALTAZOR
(Fragmento del Canto IV)
Vicente Huidobro
Al horitaña de la montazonte
La violondrina y el goloncelo
Descolgada esta mañana de la lunala
Se acerca a todo galope
Ya viene viene la golondrina
Ya viene viene la golonfina
Ya viene la golontrina
Ya viene la goloncima
Viene la golonchina
Viene la golonclima
Ya viene la golonrima
Ya viene la golonrisa
La goloniña
La golongira
La golonlira
La golonbrisa
La golonchilla
Ya viene la golondía
Y la noche encoge sus uñas como el
leopardo
Ya viene la golontrina
Que tiene un nido en cada uno de los dos
calores
Como yo lo tengo en los cuatro horizontes
Viene la golonrisa
Y las olas se levantan en la punta de los
pies
Viene la goloniña
Y siente un vahido la cabeza de la
montaña
Viene la golongira
Y el viento se hace parábola de sílfides
en orgía
Se llenan de notas los hilos telefónicos
Se duerme el ocaso con la cabeza
escondida
Y el árbol con el pulso afiebrado.
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