domingo, 7 de octubre de 2012

POMPEYA: Bajo las cenizas

 
Vistas parciales de la maqueta del yacimiento de Pompeya (escala: 1:100), 
del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles (Italia).
Fotos: Carmen del Puerto.

¡Cuánto se sabe de la antigüedad gracias a la conservación dramática de esta urbe romana cubierta por seis metros de ceniza! Una ciudad paralizada por la erupción que la sepultó en una sola noche, la del 24 de agosto del año 79 de nuestra era, como le sucedió también a Herculano y a Estabia. Era lo que tenía vivir bajo el volcán… Previamente, en el año 62, la activa Pompeya había sufrido un terremoto que asoló parte de la ciudad, y aún estaba reconstruyéndose cuando el Vesubio se despertó con violencia tras varias centurias de sueño profundo. 

Si bien en el siglo II Pompeya empezó a recuperarse con timidez, nuevas erupciones del volcán e incursiones sarracenas hicieron que en el siglo IX fuera definitivamente abandonada y borrada de la memoria. Y ello a pesar de las cartas que el escritor latino Plinio el Joven dirigió al historiador Tácito relatando los pormenores de la muerte de su tío, el célebre naturalista Plinio el Viejo, fallecido en la catástrofe.

En el siglo XVI, el arquitecto italiano Domenico Fontana descubrió accidentalmente algunos vestigios de la ciudad cuando construía un canal para conducir el agua del río Sarno. Pero le ordenaron que los ignorara y que prosiguiera con su misión. De ahí que las excavaciones no comenzaran realmente hasta 1748, con el entonces rey de Nápoles, nuestro déspota ilustrado Carlos III, quien encargó los trabajos de sondeo al ingeniero militar español Roque Joaquín de Alcubierre, también descubridor de Herculano.


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