domingo, 7 de octubre de 2012

POMPEYA: El rapto de Europa

El rapto de Europa (s. I a.e.). Fresco pompeyano conservado en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles (Italia).
Foto: Carmen del Puerto.

¡A cuántos pintores habrá inspirado este mito griego sobre la bella princesa fenicia que fue seducida por un toro y que terminó dando nombre a un continente! Tiziano, Veronés, Rembrandt, Rubens, Picasso, Botero… Todos ellos sabían que el noble toro no era exactamente un bóvido cornudo, sino el propio dios Zeus, soberbio e infiel por naturaleza, a quien le gustaba transmutarse en animales para conquistar y poseer sexualmente a las mujeres de otros. Así que los cuernos no solían ser los suyos. En el fresco pompeyano, Europa está subida sobre el manso toro, rodeada de sus doncellas, en una dehesa cerca del mar, momentos antes de que la bestia huya con la princesa en sus lomos nadando hasta Creta. Allí –cuentan-, el dios del Olimpo, ya con forma humana, consumó el acto, satisfaciendo así sus libidinosos deseos bajo la frondosa sombra de una platanera. Como resultado de tan famosa metamorfosis, engendró tres hijos -Minos, Radamantis y Sarpedón- con sus correspondientes mitos. El padre de Europa, Agénor, rey de Tiro, buscó a su hija por multitud de pueblos, gritando su nombre en todos ellos, hasta el punto de que las tierras que recorrió son ahora los dominios de Angela Merkel.

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