sábado, 4 de febrero de 2012

De Banyo a Ngaounderé

 
Fotos: Ricardo Porras y Carmen del Puerto. 

Camerún, 14/03/2006.

“Seguridad y confort” es el lema de la compañía de transportes camerunesa Mayo-Banyo-Voyage. Pero debe de ser un chiste. Si hicieras un viaje de Banyo a Ngaounderé, podrías comprobarlo: nueve horas dentro de una perrera, con el overbooking africano habitual, por caminos infernales y a una velocidad de vértigo, donde la pericia del conductor impide, o no, chocar con otro vehículo que venga de frente tras una curva.

Lo mejor, sin duda, los pasajeros. Podrías compartir la mitad del asiento con una niña de 8 años que va vestida de negro, adornada con colgantes y pulseras doradas, y su abuela, que no deja de sonreírte. Podrías también ofrecerte solidaria a llevar encima, durante todo el viaje, a uno de los bebés de una madre apurada, pero siendo consciente de que ningún miembro de la prole lleva pañales. Y convendría tener a mano globos o golosinas para ganarse su confianza.

Sólo sus sonrisas te harían olvidar el peligro que supone la “carretera”, tanto para los que van dentro del autobús, como para los peatones que circulan por sus bordes. Todo Camerún parece vivir en los márgenes de los caminos, cerca de los cables de luz. De poblado en poblado, continuas señales de tráfico con figuras humanas negras y carteles informando del número de muertos en cada punto resultan bastante explícitos.

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