Vesuvius, de Andy Warhol (70 x 53 cm). Museo di Capodimonte, en Nápoles (Italia).
Foto: Carmen del Puerto.
Ignoro cuántas veces se ha pintado el volcán que sepultó las ciudades de Pompeya y Herculano. Pero el extravagante y genial Andy Warhol le dedicó 18 lienzos al Vesubio, imaginando su actividad en diferentes horas del día. Estos acrílicos, de colores fuertemente contrastados –especialmente el cuadro que ilustra esta entrada- fueron realizados por encargo de Lucio Amelio, un galerista italiano que introdujo al artista norteamericano en Nápoles. En 1985 formaron parte de una exposición que se realizó en el monumental Palacio de Capodimonte, construido y convertido en pinacoteca por Carlos III de Borbón. El rey español había heredado de su madre, Isabel de Farnesio, una magnífica colección de obras renacentistas y barrocas. Por eso, hoy, el claroscuro y tenebrismo de Caravaggio comparten espacio con la luminosidad y cromatismo de Warhol, que por algo fue padre del pop art y gurú de la modernidad.
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