sábado, 17 de diciembre de 2011

Un calamar gigante en el océano

Imagen de la mancha originada por la erupción submarina próxima a la isla de El Hierro
obtenida por el satélite Deimos-1 el 23 de octubre de 2011.
Crédito: ELECNOR DEIMOS

Los peces más raudos huyen despavoridos, otros quedan flotando inertes en la superficie. El calamar gigante que inspiró la novela de Julio Verne fue detectado por un satélite en las costas de la isla de El Hierro. Tras recorrer veinte mil leguas de viaje submarino, esta especie está arrasando con todo, no sólo la pesca, también el turismo de la isla. Y no sólo contamina el agua, también la atmósfera. La población vive alarmada, abandonando sus casas, regresando a ellas, sufriendo los temblores de la tierra cada vez que el bicho mueve un tentáculo. Un equipado Nautilus hace lo que puede. Todos esperan que la tortura merezca la pena y que ese calamar gigante, tras ser doblegado, quede como atracción permanente en el océano. Pero esa esperanza se pierde con los días. La diferencia con la novela de Verne es que en este caso no hay un malvado Capitán Nemo a quien echarle la culpa.

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