El volcán Sajama, de 6.542 m, en Bolivia.
Foto: Ricardo Porras.
Dicen que muy cerca de él, en el Campo 23 de Marzo, a 5.550 m, se jugó un partido de fútbol. Las vicuñas, como las de la foto, harían de porteros, supongo, porque no me puedo imaginar jugando a esa altura y con ese frío. Pero Evo Morales se empeñó en demostrar a la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado) y al mundo entero que no es malo para la salud jugar al fútbol o practicar cualquier otro deporte a más de 2.500 m. Él mismo marcó el tanto que dio la victoria al equipo presidencial frente al equipo contrario, formado por alpinistas. Probablemente, el jefe de Estado boliviano masticó mucha coca y no tuvo que someterse al control antidopaje.
El Sajama, con 6.542 m sobre el nivel del mar, la cumbre más alta de Bolivia, es un volcán con nieves perpetuas, prueba de que está bien dormido, desde hace unos 10.000 años, si no completamente extinguido. Sus faldas, con bosques de queñua –los árboles que crecen a mayor altura del mundo-, animales en peligro de extinción, como el pájaro carpintero, y lagunas con aguas termales, están protegidas formando parte de un parque nacional con su nombre. Hoy, sin embargo, este ecosistema sigue amenazado por la tala, la ganadería y una futura carretera internacional.
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