Templo de Poseidón en el Cabo Sunion, al sureste de
Atenas (Grecia).
Fotos: Carmen del Puerto.
Fotos: Carmen del Puerto.
Querido templo:
Te mire por donde te mire, siempre veo al rey Egeo
de Atenas saltando al vacío desde el promontorio de Sunion, donde te hallas.
Teseo, su hijo supuestamente (también se apunta a Poseidón como progenitor), le
había prometido enarbolar las velas blancas a su regreso de Creta si tenía
éxito en su misión y conseguía acabar con la maldición que pesaba sobre todo el
Ática. Debía matar al Minotauro, el monstruo con cuerpo humano y cabeza de toro
salvaje que comía carne humana y que requería para aplacarse el sacrificio
anual de siete jóvenes varones y otras tantas doncellas. El joven héroe prometió
librar a Atenas del cruento tributo que el rey Minos de Creta había impuesto
por la muerte de su hijo, el atleta Androgeo, de la que se culpaba a los
atenienses. Pero Teseo se olvidó de cambiar las velas, como también se
olvidaría de la princesa Ariadna, la mujer que enfrentándose a su propio padre le
ayudó con su carrete de hilo a salir del Laberinto del Minotauro. Viendo el
negro velamen de luto, Egeo dio por segura la muerte de su hijo y se arrojó
desde lo alto del Cabo Sunion al mar, que desde entonces lleva su nombre.
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