domingo, 6 de mayo de 2012

Maternidad art decó

Maternidad (1928). Tamara de Lempicka. Colección privada.

La pintora polaca Tamara de Lempicka murió en Cuernavaca (México) en 1980 y sus cenizas fueron arrojadas por su hija Kizette desde un helicóptero al cráter del volcán Popocatépetl. Pero antes de morir nos dejó su leyenda de indomable, su personal estética admirada por Barbra Streisand, Jack Nicholson y Madonna y sus numerosos retratos femeninos junto a desnudos de ambos sexos. Dicen que fue coqueta y embustera durante toda su vida, que se inventaba, que realmente nació en Moscú en 1895, y no en Varsovia en 1902, y que se casó dos veces, primero con un abogado polaco y después con un barón húngaro, aunque no ocultaba su orientación bisexual y coleccionaba amantes, entre ellos D’Annunzio, el poeta de Mussolini y adicto a la cocaína como ella.

Tamara huyó de la Revolución bolchevique, de la Segunda Guerra Mundial y de la Posguerra en Europa. Vivió en San Petersburgo, Copenhague, París, Italia, Zurich, La Habana, Estados Unidos y México. Era capaz de pintar las mujeres más etéreas, sofisticadas, eróticas, de labios muy rojos, con largas y refinadas manos. Reinas de las noches del período de entreguerras, los locos y trasgresores años veinte, símbolos de la más decadente modernidad. Como reflejó su autorretrato Tamara en Bugatti verde, un guiño nostálgico a la trágica muerte en 1927 de la bailarina Isadora Duncan, estrangulada al enredarse su chalina en una rueda de su automóvil.

Quizá esta pintora no fue una buena madre corriéndose juergas nocturnas y participando en orgías desenfrenadas, tras dejar acostada a su hija. Pero sí fue capaz de hacer bellos retratos de su pequeña Kizette y de pintar el cuadro que ilustra esta entrada de mi blog, una maternidad art decó que destila ternura, elegancia y abstracción del mundo exterior.

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