Foto: Carmen del Puerto.
Marrakech (Marruecos), 30/05/2008.
El sultán creía que todas las mujeres eran infieles. Lo había sido su esposa, quien pagó con la muerte su traición. Desde entonces, su visir le proporcionaba una mujer diferente para cada noche, que debía morir a la mañana siguiente. Pero la ingeniosa Sherezade no estaba dispuesta a acabar como las otras. Su argucia: absorbentes relatos sin fin que dejaran al sultán con la miel en los labios. Así, durante mil noches. Gracias a ella nacieron Aladino y la lámpara maravillosa, Simbad el marino y Ali Babá y los cuarenta ladrones, todos ellos personajes con babuchas. Ahora son los pequeños sultanes de la casa los que se duermen antes de que se acabe el cuento.
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