Embestida de elefante cabreado.
Reproducción de una lámina antigua.
Querido Tarzán:
Te escribo alarmada. Los adultos siguen confundiendo una boa
que se ha comido un elefante con un sombrero y los reyes magos matan a Dumbo
justo cuando celebrábamos el 81º aniversario de la II República Española. Me
temo que si estás en apuros, los paquidermos no acudirán en tu ayuda, por mucho
que les llames a gritos. Los pocos que quedan están cabreados. Y tienen
motivos. Quieren exterminarlos, como si ellos fueran la causa de todos los
males del mundo. Pero tú y yo sabemos que la crisis y la elefantiasis, enfermedad
inflamatoria de las extremidades inferiores por obstrucción de los vasos
linfáticos, son ajenas a su existencia, y que “El hombre elefante” fue culpa de
David Lynch, quien en 1980 llevó al cine la vida de un tal Joseph Merrick,
humillado en el siglo XIX por padecer el “Síndrome de Proteo”. Como los mamuts
y los tigres dientes de sable, nuestros amigos van camino de convertirse en personajes prehistóricos
de la saga “La edad del hielo”. Me imagino el título de la próxima
superproducción de los estudios de la Fox: Ice
Age IV. Dawns of the Elephants.
Confiando en que tú puedas hacer algo al respecto, te saluda
atentamente
La “mona” Chita.
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