Elefantes del Parque Nacional de Waza, en
Camerún.
Foto: Carmen del Puerto.
“La senda de los elefantes” no sólo pasa por Ceilán, como en
la legendaria película homónima (William Dieterle, 1954) que protagonizó
un conocido
trío amoroso -Elizabeth Taylor, Peter Finch y Dana Andrews- y donde los
sedientos paquidermos amenazaban con devastar una enorme plantación de té del
Imperio británico. También atraviesa países como Camerún, donde milicias
armadas masacran elefantes para arrancarles el codiciado marfil de sus
colmillos, dejando en la sabana africana un reguero de elefantes decapitados y
-¡qué humanitaria consideración!- carne magra para las aldeas de la zona. En
2011 se confiscaron 23 toneladas de colmillos de elefante, una cantidad que
equivale, al menos, a 2.500 ejemplares muertos. Este tráfico de marfil,
estrictamente prohibido por la Convención sobre el Comercio
Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres de 1980,
merma cada día el actual censo de elefantes y pone a esta carismática especie
animal en peligro de extinción.
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