lunes, 4 de febrero de 2013

La batalla de Lepanto

 
Pinturas de galeras en un hotel de Estambul.
Fotos: Carmen del Puerto.

Crucé de noche el puente colgante de Nafpaktos (Naupacto) sin saber lo que significaba el nombre de esta ciudad griega, en sus tiempos el mejor puerto de la costa norte del golfo de Corinto. Ahora sé que significa “astillero”, el lugar donde se construyen y reparan navíos. Tampoco sabía que los venecianos le cambiaron el nombre cuando la conquistaron en 1407 y que en 1571 fue escenario de una famosa batalla donde un famoso escritor, autor de una famosa obra, perdió la movilidad de su mano izquierda. Ahora sé que estuve, aunque de paso, en Lepanto, en cuyo golfo tuvo lugar el cruento combate naval entre una coalición cristiana –la Liga Santa- y los turcos otomanos del sultán Selim II. La primera estaba formada, nada más y nada menos, que por el Reino de España, los Estados Pontificios, la República de Venecia, la Orden de Malta, la República de Génova y el Ducado de Saboya. Al mando estaba Don Juan de Austria, el que fuera hermano bastardo de Felipe II y objeto de sonadas intrigas palaciegas. En el otro lado del ring, la flota de Selim II, uno de los hijos que Solimán el Magnífico tuvo con Roxelana y heredero del vasto Imperio de su padre, si bien fue mayor su afición a los placeres mundanos que a las responsabilidades políticas. Al mando de su armada estaba Alí Pasha, cuya galera capitana (La Sultana) embistió a la de Don Juan (La Real), que respondió de igual manera. Se inició así el choque entre civilizaciones, entre cristianos contrarreformistas y otomanos panislámicos. Finalmente ganaron los primeros, frenando así el expansionismo turco por el Mediterráneo occidental. Si vuelvo a Lepanto algún día, quizá el entorno me inspire una ucronía (novela histórica alternativa) basada en este episodio, con vencedores y vencidos intercambiándose los papeles. Hoy, Cervantes la escribiría.

NOTA: Tras escribir lo anterior, leo que esta famosa batalla no se libró realmente en el golfo de Lepanto, sino en el de Patrás, más al oeste, pero se ignora por qué no se la conoce por este nombre. También leo que no supuso una derrota aplastante para la armada turca ni la victoria decisiva por la que España impuso su dominio en el Mediterráneo, aunque ésta fue la versión patria de esta batalla. Más bien fue un empate técnico, en el que ninguno de los bandos logró dominar al otro y ambos sufrieron grandes pérdidas. ¡Cuántas veces los hechos históricos no fueron como nos los han contado!

 Plafón de cerámica representando la batalla de Lepanto existente en la Capilla de Nuestra Señora del Roser, en Valls (Alt Camp. Tarragona). Copia del original realizada por J. Guivernau.
Museo Marítimo de Barcelona.
Foto: Carmen del Puerto.

Placa del Museo Marítimo de Barcelona.
Foto: Carmen del Puerto.

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