Pinturas de galeras en un hotel de Estambul.
Fotos: Carmen del Puerto.
Crucé de noche el puente colgante de Nafpaktos (Naupacto)
sin saber lo que significaba el nombre de esta ciudad griega, en sus tiempos el
mejor puerto de la costa norte del golfo de Corinto. Ahora sé que significa
“astillero”, el lugar donde se construyen y reparan navíos. Tampoco sabía que
los venecianos le cambiaron el nombre cuando la conquistaron en 1407 y que en
1571 fue escenario de una famosa batalla donde un famoso escritor, autor de una
famosa obra, perdió la movilidad de su mano izquierda. Ahora sé que estuve,
aunque de paso, en Lepanto, en cuyo golfo tuvo lugar el cruento combate naval
entre una coalición cristiana –la Liga Santa- y los turcos otomanos del sultán
Selim II. La primera estaba formada, nada más y nada menos, que por el Reino de
España, los Estados Pontificios, la República de Venecia, la Orden de Malta, la
República de Génova y el Ducado de Saboya. Al mando estaba Don Juan de Austria,
el que fuera hermano bastardo de Felipe II y objeto de sonadas intrigas
palaciegas. En el otro lado del ring, la flota de Selim II, uno de los hijos
que Solimán el Magnífico tuvo con Roxelana y heredero del vasto Imperio de su
padre, si bien fue mayor su afición a los placeres mundanos que a las
responsabilidades políticas. Al mando de su armada estaba Alí Pasha, cuya
galera capitana (La Sultana) embistió
a la de Don Juan (La Real), que respondió
de igual manera. Se inició así el choque entre civilizaciones, entre cristianos
contrarreformistas y otomanos panislámicos. Finalmente ganaron los primeros,
frenando así el expansionismo turco por el Mediterráneo occidental. Si vuelvo a
Lepanto algún día, quizá el entorno me inspire una ucronía (novela histórica
alternativa) basada en este episodio, con vencedores y vencidos intercambiándose
los papeles. Hoy, Cervantes la escribiría.
NOTA: Tras escribir lo anterior, leo que esta
famosa batalla no se libró realmente en el golfo de Lepanto, sino en el de
Patrás, más al oeste, pero se ignora por qué no se la conoce por este nombre.
También leo que no supuso una derrota aplastante para la armada turca ni la
victoria decisiva por la que España impuso su dominio en el Mediterráneo, aunque
ésta fue la versión patria de esta batalla. Más bien fue un empate técnico, en
el que ninguno de los bandos logró dominar al otro y ambos sufrieron grandes
pérdidas. ¡Cuántas veces los hechos históricos no fueron como nos los han
contado!
Plafón de cerámica representando la batalla de Lepanto
existente en la Capilla de Nuestra Señora del Roser, en Valls (Alt Camp.
Tarragona). Copia del original realizada por J. Guivernau.
Museo Marítimo de Barcelona.
Foto: Carmen del Puerto.
Placa del Museo Marítimo de Barcelona.
Foto: Carmen del Puerto.
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