domingo, 3 de febrero de 2013

Cuando las ratas abandonan el barco

 
Barco de pesca industrial encallado al norte de Swakopmund, en la costa de Namibia.
Fotos: Carmen del Puerto.
                                  
Primero vimos a las ratas de la bodega lanzarse al mar. Todos sabíamos de su instinto animal ante el riesgo de un naufragio y dimos por seguro que embarrancaríamos. La Costa de los Esqueletos no se llamaba así por capricho del geógrafo. Una corriente oceánica fría entre peligrosas rocas generaba densas nieblas en el litoral, trampa mortal para marinos y pescadores. Con dificultad alcanzamos la playa -doblemente desértica- y espantados nos fuimos alejando de paisaje tan desolador. Allí quedó una fantasmal embarcación encallada con sus secretos, sometida a un fuerte oleaje que no le permitiría el retorno a mar abierto, pero que la haría sumamente inestable. Nunca supimos si el capitán abandonó el barco antes que nosotros, pero todos deseamos que aquel obstinado oficial que tanto nos había explotado asumiera sus responsabilidades. Perfectamente sabía que a esa costa no debió acercarse.

Cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia.

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