sábado, 19 de enero de 2013

“La echadora de cartas” de María Blanchard

 
La echadora de cartas (1924-1925), de María Blanchard.
Óleo sobre lienzo. Association des Amis du Petit Palais, Ginebra.
En la exposición temporal sobre María Blanchard del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Foto: Carmen del Puerto.

La echadora de cartas (1926), de María Blanchard.
Carboncillo sobre papel. Colección Pedro Rodríguez–Ponga Eyriès.
En la exposición temporal sobre María Blanchard del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Foto: Carmen del Puerto.

No sabía cómo comenzar el año 2013 en este bazar de la Retórica hasta que recordé la exposición de María Blanchard en el Reina Sofía. Tengo debilidad por las pintoras que lograron salir del injusto anonimato y del olvido. La amiga cántabra de Juan Gris y Gerardo Diego, que compartió piso en París con Diego Rivera y su primera esposa, Angelina Beloff, no lo tuvo fácil siendo mujer y, además, jorobada, miope y tullida. A su muerte en 1932, vencida por la tuberculosis, Federico García Lorca, que no la conoció en persona, le dedicó en el Ateneo de Madrid una honda elegía. Trágica y atormentada, expuesta al escarnio por una malformación congénita, fruto de una caída de su madre embarazada al bajarse de un coche de caballos, estaba dispuesta a cambiar toda su obra por un poco de belleza. Pero finalmente no lo hizo, no pactó con Mefisto y, hoy, dos de sus pinturas me inspiran. Una, ensayo de la otra, aunque no en un orden lógico, pues cabría pensar que el carboncillo precedió al óleo y no a la inversa. Dos obras que muestran su peculiar regreso a la figuración tras la experiencia cubista, aunque sin abandonar nunca la geometría. La echadora de cartas quizá nos diga algo bueno del futuro que nos espera, quizá nos anuncie alegrías en 2013, como es siempre la feliz llegada de niños al mundo, aunque vengan sin un pan bajo el brazo. (Dedicado especialmente a las recientes madres y abuelas amigas mías).

1 comentario:

  1. puede que no vengan con pan, pero es tanta la energía que llega con los niños nuevos que da para comprar toda la panadería, subir la crisis a la pata coja e inventar un mundo nuevo todo para ellos. Bueno, lo inventarán ellos, pero nosotros les daremos los ingredientes.
    gracias Carmen. Magníficos los cuadros, sobre todo el de carboncillo

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